Las colisiones con embarcaciones son una de las principales causas de muerte de las ballenas. El poco tráfico marítimo que hay en las aguas de Tumaco es uno de los factores que explica la gran presencia de los cetáceos en la región.

Cada año, miles de ballenas jorobadas arriban a las aguas de Tumaco, Nariño, para reproducirse y criar a sus ballenatos. Lo hacen provenientes de la Antártida, y recorren más de 8 mil kilómetros hasta llegar a las cálidas aguas del océano Pacífico colombiano. La visita de estos cetáceos genera un espectáculo natural único que maravilla a los turistas de la región.

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El lugar perfecto para las ballenas

Son varios los países de Sudamérica que se destacan por la presencia de ballenas y por ofrecer una serie de destinos imperdibles para observar a los cetáceos desde cerca.

Colombia es uno de ellos. Año tras año recibe la visita de miles de ballenas de distintas especies que permanecen a lo largo de meses en toda la costa oeste del país.

Dentro del territorio colombiano, hay una zona que sobresale entre las demás debido a las condiciones que ofrece para las ballenas y para los turistas en materia de avistamiento.

Se trata de Tumaco, un distrito que forma parte del departamento de Nariño, al suroeste de Colombia, casi en el límite con Ecuador.

Si bien no hay registros exactos, se estima que son unas 3 mil las ballenas jorobadas que arriban a las aguas de la región.

Todo sobre la temporada de avistamiento

También conocidas como yubartas, llegan hacia “La Perla del Pacífico” provenientes desde la Antártida. Estos cetáceos recorren unos 8500 kilómetros desde el Polo Sur hasta llegar a Colombia, con el objetivo de reproducirse, dar a luz y criar a sus ballenatos.

Los habitantes de la región y los especialistas sostienen que los mamíferos marinos eligen las aguas de Tumaco debido a su temperatura cálida y a sus corrientes.

Los turistas, por su parte, eligen este destino nariñense debido a la cantidad de ballenas que se encuentran y a su comportamiento lúdico y relajado.

La temporada de avistamiento en Tumaco comienza el 1° de julio de cada año y se extiende hasta el 20 de octubre, aproximadamente. Los mejores días para observar a los cetáceos son los que van desde fines de julio hasta el mes de septiembre inclusive.

En cuanto a las mejores horas del día, lo más recomendable es adentrarse en las aguas temprano a la mañana o bien hacia el atardecer. Esto se debe a que, por lo general, las jorobadas se muestran más predispuestas a salir a la superficie cuando el mar está más calmo y el sol no impacta tanto.

Una zona de tranquilidad

En julio de 2023, un turista proveniente de Bogotá se volvió famoso al compartir un video que registra lo que fue su avistamiento de dos grandes yubartas.

El tamaño de los cetáceos es uno de los aspectos que más llamó la atención. Sin embargo, el mayor impacto se dio por la cercanía de los animales, que se ubicaron a unos 50 metros de distancia de la embarcación.

Las características de las aguas, por su temperatura y sus corrientes, explican la buena predisposición que tienen las ballenas en la región. Pero hay otro factor que es de vital importancia: la poca presencia de barcos.

Las costas del Pacífico de Tumaco se caracterizan por tener un tráfico marítimo menor al de otros territorios. Los turistas se ven favorecidos por lo que esto implica para el avistamiento. No obstante, el mayor beneficio es para las ballenas, ya que las colisiones con embarcaciones son una de sus principales causas de muerte.

La importancia de la conciencia ambiental

Cada año son miles los turistas que visitan Tumaco para apreciar a las ballenas y a los otros atractivos naturales de la región. Bocagrande y Playa del Morro son algunos de los destinos más elegidos.

El turismo es vital para la región y representa una de las principales fuentes de ingreso para sus habitantes. La preservación de la actividad, por lo tanto, depende de manera directa de la conservación de los cetáceos.

Otro de los factores que explican la enorme presencia de las jorobadas en el sur de Colombia se encuentra en que el avistamiento se realiza de manera responsable. Cuidando a las ballenas y también a cada una de las variables de los ecosistemas que habitan.