La ballena fue encontrada por un grupo de pescadores, quienes grabaron un video. Una bióloga accedió a las imágenes y afirmó que se trata de un ejemplar de jorobada. El cuerpo estaba completo y en avanzado estado de descomposición.

A fines de agosto, una ballena apareció varada en las costas del Río de la Plata, en la zona que se ubica entre La Balandra y Punta Blanca. Se cree que es un ejemplar de jorobada y se desconocen los motivos de su muerte. Unas semanas antes, otro cetáceo fue encontrado en el partido de Castelli. Su caso es aún más misterioso debido a que fue hallado en un sitio totalmente inusual.

Una ballena en el Río de la Plata

El hallazgo tuvo lugar el martes 27 de agosto. Los responsables fueron un grupo de pescadores que acuden a la zona de manera habitual y que se vieron sorprendidos por algo que llamó su atención.

La ballena varada se encontró en las costas del Río de la Plata, en la zona ubicada entre La Balandra y Punta Blanca, a poca distancia de las ciudades de Berisso y Magdalena.

Uno de los pescadores, Jorge Insaurralde, habló con la prensa y compartió sus impresiones. Reveló que primero avistaron algo y que se acercaron para ver qué era. Y que luego, en presencia del animal, quedaron impactados porque nunca habían observado algo así en sus vidas. 

Una jorobada en descomposición

Los pescadores registraron el hallazgo con un video. Alejandra Romero, Doctora en Biología y científica del Centro de Investigación Aplicada y Transferencia Tecnológica en Recursos Marinos ‘Almirante Storni’ (CIMAS-CONICET), tuvo acceso a las imágenes y compartió sus impresiones.

Según su opinión, el ejemplar varado pertenece a la especie de jorobada. La también docente indicó que el cuerpo se encontraba en estado avanzado de descomposición, por lo que llevaba varios días sin vida.

Romero explicó que en invierno el proceso de descomposición es más lento. Por esto postuló la idea de que la ballena falleció en el mar y fue arrastrada por la corriente hasta las costas del Río de la Plata.

Las hipótesis

Descubierto el cetáceo, las autoridades locales contactaron a biólogos marinos y otros investigadores para seguir de cerca el caso. También advirtieron a la comunidad local del peligro de acercarse al cuerpo en estado de descomposición.

Los investigadores comenzaron a trabajar con el objetivo de descubrir qué le pasó a la ballena. Una de las hipótesis que se maneja hace referencia a colisiones con embarcaciones u otros accidentes en el mar.

Tampoco se descartan enfermedades o senilidad, o que el animal se haya desorientado en búsqueda de alimento.

Un antecedente cercano

Hacia fines de julio, otra ballena jorobada fue encontrada en el Canal 15 del partido bonaerense de Castelli.

El ejemplar varado estaba con vida. El Centro de Rescate de la Fundación Mundo Marino acudió al lugar en dos ocasiones distintas, pero las circunstancias impidieron que el cetáceo fuera trasladado: el terreno era muy fangoso y la marea estaba baja.

Desde Mundo Marino expresaron que, por las condiciones en las que estaba, la ballena llevaba varada unas dos semanas. Y que presentaba un daño de salud irreversible.

Una mirada optimista

Alejandra Romero expresa que el aumento de varamientos de ballenas jorobadas puede tener en el fondo un significado positivo. La bióloga explicó que la población de esta especie en el Océano Atlántico Sudoccidental se encuentra en recuperación y que presenta en la actualidad unos 25 mil ejemplares.

Si la población cuenta con más ballenas, es más probable que aumente también el hallazgo de cuerpos sin vida.

Tanto el Grupo de Investigación en Biología, Ecología y Conservación de Mamíferos Marinos del Instituto de Investigaciones Marinas y Costeras como la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad Nacional de Mar del Plata coinciden en la recuperación poblacional de las jorobadas.

No obstante, remarcan la necesidad de prestar atención a los varamientos para conocer cuáles son los motivos por los que ocurren.

Los investigadores estudian los varamientos de jorobadas en Buenos Aires desde hace 20 años. Gracias a su trabajo se conoce que el 30% de los ejemplares encontrados presentaron heridas ocasionadas por la actividad humana (colisiones, enmallamientos). También que el 70% del total corresponde a ballenas juveniles.