El Golfo San Matías es hoy escenario desolador frente a una realidad de alto dramatismo: las crías de las ballenas Franca Austral no logran sobrevivir al ataque de las gaviotas “cocineras”. Los científicos del ICB (Instituto de Conservación de Ballenas) luchan por encontrar una solución urgente a esta problemática que hoy Greenpeace te acerca hoy para que la conozcas de cerca. 

En la lucha por la supervivencia ,en la naturaleza, cada cual hace su mejor parte. A primera vista , lo que ocurre en el Golfo de San Matías, podría parecer un combate entre David y Goliat. La lucha la de una gaviota de la especie denominada cocinera (Larus dominicanus) versus las ballenas y sus crías. Aquí también David, el más pequeño es el que vence a su gigante Goliat. La estrategia es simple. Las gaviotas que se alimentan de la piel y la grasa de las ballenas francas australes que viven en las aguas de la Península Valdés, no tienen piedad de este gigante y frágil animal marino. Se lanzan en picada sobre el lomo de sus víctimas para obtener su alimento : los pedazos de grasa y piel de sus presas. 

Los científicos denominan a estos ataques como “micropredación”, simples picotazos que hieren a las ballenas con laceraciones de diferentes tamaños y gravedad que, si bien, no son mortales al momento, sí lo pueden ser con el tiempo. A esta conclusión arribaron los biólogos del Instituto de Conservación de Ballenas (ICB) luego de una investigación realizada mediante el análisis de 594 ballenas foto-identificadas al año de su nacimiento. Pasado un tiempo, los científicos observaron que un gran porcentaje de las crías no lograban sobrevivir. Unido estos resultados con estudios anexos, pudieron verificar que esto ocurría debido a las consecuencias de los ataque de las gaviotas cocineras. 

Las crías son las más vulnerables a los ataques de gaviotas 

Las pequeñas y frágiles crías de la ballena Franca Austral son las que en la actualidad reciben la mayor proporción de los ataques. El estrés fisiológico que les provocan las lesiones y la demanda energética resultante del acoso constante de las gaviotas, es lo que está contribuyendo a la muerte temprana de las crías en la población que reside en las aguas del Golfo San Matías.

En relación a los ejemplares adultos, las hembras presentes en el área de Península de Valdés, pasan la mayor parte del tiempo amamantando a sus crías recién nacidas y descansando. Para ello, utilizan sus reservas energéticas tanto para amamantar como para sobrevivir. Los ataques a picotazos de las gaviotas interrumpen estas actividades vitales básicas y les provocan un alto incremento en la demanda energética debido a que deben nadar a mayores velocidades en su muchas veces infructuoso intento de evitar los ataques. 

Estas interacciones entre ballenas y gaviotas, fueron reportadas por primera vez en el Golfo en la década de 1970. Luego de 30 años de monitoreos sistemáticos de esta interacción y a través de un minucioso análisis de las fotos tomadas durante los relevamientos aéreos, los científicos del Instituto de Conservación de Ballenas (ICB) comprobaron que el porcentaje de hembras y crías con lesiones causadas por gaviotas cocineras aumentó del 2% en la década de 1970 y llegó al 99% en la década de 2000.

Una situación que no cesa en aguas del Golfo San Matías

En las últimas décadas los ataques de gaviotas cocineras, según los relevos del ICB, han aumentado en intensidad y frecuencia. Las crías de modo particular , se han convertido en el foco central de los gaviotas, mientras que sus madres han aprendido algunas estrategias muy útiles para evadirse de ellas. Pero las pequeñas ballenas, debido a su inexperiencia y falta de pericia en el nado, quedan más expuestas y vulnerables a sus feroces ataques. 

Entre los años 2003 y 2013, se registraron un total de 672 ballenas muertas de las cuales un 91% eran crías que no alcanzaban los tres meses de edad. Nunca antes se había registrado una situación con tanto dramatismo para la población de ballenas Francas. 

El estudio del ICB que estuvo basado en observaciones de comportamiento en el largo plazo, indicó una relación estrecha entre el acoso de las gaviotas y el número de crías muertas contabilizadas. Según los expertos , el alto grado de estrés fisiológico provocado por las múltiples lesiones en la delicada superficie de la piel de las crías y la alta demanda energética resultante del acoso de las gaviotas, podrían ser el eje clave en la muerte de los recién nacidos en esta población de ballenas. Los científicos se encuentran hoy, abocados a encontrar la manera más efectiva de ayudar a las frágiles crías, pero aún no han encontrado una solución viable a este flagelo.