Las ballenas son las criaturas más grandes e inteligentes del océano. Recientemente, los biólogos marinos descubrieron que también capturan toneladas de carbono de la atmósfera. Según un estudio publicado por el Fondo Monetario Internacional, es un servicio que tiene un valor económico global de US$ 1 billón.

Dicha investigación reveló que a la conservación de las ballenas se sumó otro incentivo monetario. Y es que gracias a su capacidad para secuestrar emisiones de carbono (producidas por los humanos) define una importante solución natural al cambio climático.

“El potencial de captura de carbono de las ballenas es realmente sorprendente” explicaron los autores del informe. Asimismo, explicaron: “Nuestras estimaciones conservadoras ponen el valor de una gran ballena promedio, en función de sus diversas actividades, en más de US$ 2 millones, y de la actual población de grandes ballenas en más de US $ 1 billón”.

Protegen el océano capturando carbono

Las ballenas logran acumular carbono en sus cuerpos durante su larga vida. Incluso, pueden llegar hasta los 200 años. Cuando mueren, se hunden en el fondo del océano y se llevan consigo todo ese CO2 acumulado. Según el mismo estudio, cada ballena logra secuestrar alrededor de 33 toneladas de dióxido de carbono. Como para tener una idea, durante ese mismo período, un árbol solo puede retener 3%.

Otro dato útil que evidencia que las ballenas protegen el planeta es que dondequiera que estén, habrá fitoplancton. Estas son pequeñas criaturas que producen al menos 50% de todo el oxígeno en nuestra atmósfera. Como si fuese poco, capturan alrededor de 37.000 millones de toneladas de dióxido de carbono y hasta cuatro veces más que los bosques amazónicos.

Por otra parte, las heces de las ballenas tienen un efecto multiplicador sobre el fitoplancton. Y es que contienen hierro y nitrógeno, estos son elementos que el fitoplancton necesita para crecer. De esa manera, el resultado es: cuantas más ballenas, más oxígeno.

Una realidad sorprendente: Hay cada vez menos ballenas

Doreen Robinson, experta en vida silvestre del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente dijo: “Los hallazgos del informe del Fondo Monetario Internacional muestran claramente las sorprendentes conexiones entre algunos de los organismos más pequeños y más grandes de nuestro planeta, y la importancia de comprender sus relaciones complejas, no solo por su valor intrínseco, sino por su rol vital para los humanos”.

Ahora, las poblaciones de ballenas son solo una pizca de lo que alguna vez fueron. Los biólogos estimaron que hay un poco más de 1,3 millones de variedades en el océano. Eso resultaría ser una cuarta parte de lo que solía haber antes de que comenzaran con la cruel caza de ballenas.

Por ejemplo, las poblaciones de algunas especies en particular, como es la ballena azul, se redujeron hasta el 3%. Es necesario preservar y proteger a estas grandiosas especies y para ello hay que reducir los peligros que enfrentan. 

Cómo reducir los peligros

Una forma de proteger y preservar estos animales sería aplicar el modelo del programa ONU-REDD. De esa manera se comienza protegiendo los bosques. Es una iniciativa que otorga incentivos a los países para preservar sus bosques. Así mantienen el dióxido de carbono que se encuentra fuera de la atmósfera. Y es que, la deforestación que se produce es responsable de 17% de las emisiones de carbono actuales.

Los autores de dicho informe dijeron: “De manera similar, podemos crear mecanismos financieros para promover la restauración de las poblaciones de ballenas del mundo” y sugirieron: “Los incentivos en forma de subsidios u otras compensaciones podrían ayudar a quienes incurran en costos significativos como resultado de la protección de las ballenas. Por ejemplo, las compañías navieras podrían ser compensadas por el costo de cambiar sus rutas para reducir el riesgo de colisiones”.

Debido a los efectos del cambio climático -cada vez más intensos y frecuentes-, es de suma urgencia tomar medidas para prevenir o revertir el daño que están sufriendo las poblaciones de ballenas. Ante esta realidad, los investigadores estiman que, a menos que se presenten nuevos métodos de conservación, se necesitarán más de 30 años para lograr duplicar el número de ballenas actuales. Finalizaron diciendo: “La sociedad y nuestra propia supervivencia no pueden darse el lujo de esperar tanto tiempo”.