Greenpeace te invita a conocer más acerca de este colosal mamífero que habita los océanos del mundo. Si te interesa la preservación de los cetáceos puedes luego sumarte como voluntario a las campañas que Greenpeace lleva adelante en los cinco continentes. 

Las ballenas azules, colosales mamíferos marinos que nos han acompañado a nosotros los seres humanos, por largo tiempo en los mares del planeta, hoy se encuentran bajo grave amenaza. Su presencia en el océano no se encuentra garantizada y depende en gran medida de los esfuerzos y la voluntad del hombre para sobrevivir.

Esta especie está presente, a pesar de los grandes peligros que debe sortear a diario, en todos los océanos del mundo. Suelen vivir en parejas o en solitario, aunque ocasionalmente, se las puede ver nadando y formando parte de pequeños grupos. En los meses de verano prefieren alimentarse en aguas polares, para luego, emprender prolongadas migraciones hacia las regiones cálidas del ecuador conforme se aproxima la estación invernal.

Las ballenas azules son gráciles nadadoras que pueden recorrer el océano a una velocidad de más de cuatro nudos ( 7,5 km/h) , pero son capaces de alcanzar los 17 nudos (31,4 km/h) cuando están inquietas. Según sostienen los biólogos, se ubican entre los animales más ruidosos que habitan las aguas del planeta. Emiten distintos sonidos similares a pulsos, gruñidos y gemidos, con diferentes tiempos de  duración y se cree que, si se dan condiciones óptimas , estos sonidos pueden ser escuchados por sus pares a más de 1500 kilómetros de distancia. Los científicos sostienen que, además de para comunicarse entre sí, las ballenas azules emplean estas vocalizaciones junto a su excelente sistema auditivo, para navegar por sónar en las profundidades más oscuras del océano.

Un mamífero asombroso 

Las ballenas azules son un tipo de ballenas conocidas como “barbadas” . Su aparato bucal en su mandíbula superior, posee unas hileras de finísimas placas córneas, llamadas barbas. Un particular sistema natural que a la hora alimentarse, le permite filtrar el agua y retener el alimento. Las ballenas tragan  enormes cantidades de agua en cada bocanada que dan para atrapar su alimento, que pueden contener expandiendo la piel plisada de su garganta y vientre . Luego, con su enorme lengua la expulsan hacia afuera a través de las capas finas y superpuestas de la barba. Esta simple operación le permite retener su alimento, que se basa en toneladas de minúsculos crustáceos como el krill que son tragados por la ballena mediante este mecanismo.

Bajo el agua del océano, la ballena azul adquiere un color completamente azul, pero si sale a la superficie, puede apreciarse en su piel un tono más grisáceo azulado con motas. El vientre presenta una tonalidad amarillenta debido a los millones de microorganismos que habitan bajo su piel. La cabeza de la ballena azul es  plana y sumamente ancha , y posee un cuerpo largo y muy estilizado rematado con aletas de formas anchas y triangulares. 

Muchas personas, durante los avistamientos quedan fascinadas por los altos chorros de agua que pueden lanzar las ballenas. Esto ocurre porque en la parte superior de su cabeza poseen dos orificios o “aventadores”, que les sirven para respirar. Con frecuencia proceden a expulsar aire por estos aventadores provocando altas columnas de agua vaporizada que pueden alcanzar hasta 9 metros de altura. Con frecuencia, este fenómeno se representa como un chorro de agua, pero lo cierto es que cuando el aire caliente de los pulmones del cetáceo se encuentra con el aire frío del exterior, se condensa en una gran nube. Esto sería similar a como nosotros vemos nuestro aliento en un día frío. 

Unas crías descomunales

Cuando llegan al mundo (o al océano) las crías de ballena azul ya se encuentran entre las criaturas más grandes que posee nuestro planeta. Luego de pasar casi un año en el útero materno, la cría de ballena azul al ver la luz, ya tiene un peso de casi 2,5 toneladas y una longitud que puede alcanzar los ocho metros. Durante su primer año de vida, se alimentará de modo exclusivo de leche materna e irá sumando alrededor de unos 90 kilos al día.

Las ballenas azules se encuentran entre las especies más longevas de la Tierra. Los biólogos han descubierto que se puede calcular su edad mediante el análisis de las capas de los tapones que tienen en el oído, que están hechos de un material muy similar al cerumen. La ballena azul de mayor edad conocida al momento, según este método que solo se puede aplicar en animales muertos, se estima vivió alrededor de 110 años. Por lo general, se calcula que la longevidad media de la ballena azul se ubica entre los 80 y los 90 años. Un promedio notable que sólo el hombre y la creciente amenaza de sus actividades en el medio marino han podido menguar.