El ejemplar juvenil se encontraba con una ballena adulta, seguramente su madre. Al principio, ambos cetáceos se mostraron desconfiados ante Lloreda. Sin embargo, cuando comprendieron que el buzo tenía buenas intenciones, se acercaron y se dejaron ayudar.

Luis Antonio Lloreda protagonizó hace unos meses un episodio memorable: rescató a un ballenato que se encontraba atrapado en una malla de pesca. El hecho tuvo lugar en Jurubirá, Golfo de Tribugá, en el Océano Pacífico colombiano. Y pone en evidencia el grave peligro que corren los cetáceos y otros animales marinos con la presencia de desechos plásticos y redes en las aguas que habitan.

Quién es

Luis Antonio Lloreda vive en Jurubirá, un pequeño pueblo costero de Nuquí, en el departamento colombiano de Chocó.

Buzo certificado, forma parte de varias organizaciones no gubernamentales, entre ellas el Consejo Comunitario General Los Riscales y el grupo comunitario de buceo “Guardianes del Mar”.

Dedica gran parte de su tiempo a la pesca submarina, a la captura manual de crustáceos y moluscos. Fue en el marco de esta actividad cuando se encontró ante un suceso inesperado: la necesidad de rescatar a un ballenato enmallado.

Un encuentro inesperado

Toño, tal como es conocido en su comunidad, estaba trabajando junto a Alexis Perea, su compañero de aventuras. Era el final de una jornada de pesca y estaban por sumergirse por última vez en el mar.

Mientras navegaban adentrándose en el agua, observaron a lo lejos la presencia de 2 ballenas: una adulta y un ejemplar juvenil. La primera impresión que tuvieron fue que estaban en pleno recorrido de sus movimientos migratorios. Pero pronto sospecharon que se trataba de otra cosa.

Lloreda consideró que debía sumergirse en el agua para ver de cerca qué era lo que estaba ocurriendo con los cetáceos. Y así lo hizo. Una vez en el agua, descubrió que el ballenato estaba enredado en una malla de pesca. Quiso ayudarlo, pero los animales se alejaron de inmediato.

Un rescate emotivo

Toño regresó a su embarcación. Junto a su compañero, esperó más de 20 minutos hasta que el ballenato subió a la superficie. Al observarlo de vuelta, comprendió que debía insistir en su intento de ayuda. Se sumergió en el agua y se mentalizó con el objetivo de transmitirle a las ballenas sus buenas intenciones.

También supo que debía actuar con urgencia: el ballenato estaba vomitando por la situación de malestar que le generaba el enmallamiento. Con un cuchillo, Luis Antonio comenzó a cortar la malla. Lo hizo teniendo un cuidado doble: de no herir al animal y de no lastimarse a sí mismo con algún eventual anzuelo.

Tras unas maniobras, el ballenato se hundió en el agua y Toño se quedó con la duda de si lo había liberado. Instantes después, observó cómo la malla subía a la superficie, y ahí comprobó que su misión había sido exitosa.

Minutos más tarde, ambas ballenas volvieron a la superficie del agua. Lloreda sintió que los mamíferos marinos le estaban transmitiendo su agradecimiento. Y él se agradeció a sí mismo por haber rescatado al ballenato. Ante la prensa, describió la sensación como “la mayor felicidad del mundo”.

El peligro de las redes de pesca

El Fondo Mundial para la Naturaleza de Colombia explica que el de las mallas de pesca es un problema que no afecta solo a las ballenas: también es un peligro para los peces, para el 40% de los mamíferos marinos y para todas las tortugas marinas.

El del cetáceo de Jurubirá no es un caso aislado. Da cuenta de la enorme cantidad de desechos que se encuentran en las aguas y de la contaminación que afecta a la biodiversidad de la región.

Actitudes como la de Lloreda son tan necesarias como destacables. Sin embargo, para una protección íntegra de las ballenas se requiere del compromiso y de la acción concreta por parte de organizaciones gubernamentales y civiles.

Se aplica tanto para las redes de pesca como para todos los desechos. El Fondo Mundial para la Naturaleza de Colombia impulsó junto a Guardianes del Mar un proyecto de recolección de residuos. El propio Lloreda participó como buzo y la acción dejó en evidencia otro de los flagelos propios de estos tiempos: la contaminación plástica.

La integridad de las ballenas y la salud de los océanos y su biodiversidad se encuentran en riesgo. Resulta indispensable impulsar medidas para mitigar los efectos de la contaminación y los enmallamientos, entre otras amenazas.