Greenpeace te acerca al conocimiento de un estudio de foto-identificación de ballenas que se realiza cada año en la Península de Valdés. Gracias a este procedimiento, los científicos se han podido acercar como nunca antes , a la vida de una ballena Franco Austral en las aguas de los mares del sur.

Hace poco más de 50 años, por la década de los 70’, un hallazgo de vital importancia para la identificación de ballenas tenía lugar. El Dr. Roger Payne, de la Ocean Alliance, descubría la ‘huella dactilar’ de las ballenas. Las callosidades que cada ejemplar tiene sobre la cabeza, según el Dr, son un patrón único y permanente, que acompaña a la ballena franca desde su nacimiento hasta el término de su vida. Y, tal y como ocurre en los humanos con las huellas dactilares , este patrón permite la identificación del animal y su seguimiento a lo largo del tiempo. 

Gracias a este hito científico del Dr. Payne, se puso en marcha un sistema de seguimiento monitoreado experimental de la ballena franca austral. El mismo, se desarrolla en el Área Natural Protegida Península Valdés en la Patagonia Argentina donde esta ballena pasa gran parte de sus días durante el año

Los relevamientos de cada ejemplar pudieron registrarse metódicamente gracias a la fotoidentificación . Un sistema de registro realizado mediante relevamientos aéreos; sistema que aún tiene lugar hoy día y que no se ha interrumpido desde el comienzo de su utilización en la década del 70’. Es decir, ya han pasado cincuenta años de un exitoso ‘tracking’ o sistema de rastreo de ballenas , que constituye un trabajo científico que aporta además de un profundo conocimiento del estilo de vida de las ballenas, mucha emoción y adrenalina, ya que las ballenas pasan a ser muy apreciadas por todos los integrantes del equipo científico con toda la emoción y adrenalina que aporta el método a lo largo del tiempo. 

El sistema empleado ha hecho posible el estudio sistemático de la vida de 4000 ejemplares de ballenas de la especie franco austral. Un hito científico sin precedentes que se constituyó en una herramienta de valor incalculable para procurar su conservación y resguardar su hábitat. El equipo científico involucrado ,gracias a esta vía de estudio innovadora, pudo avanzar como nunca antes lo había hecho . en el conocimiento de la biología y del modo de vida de los grupos familiares de ballenas franco australes. 

La fotoidentificación de una ballena

Cada año, cuando llega el mes de septiembre, el equipo científico se sube al avión para sobrevolar los 500 km de costas de Península Valdés, desde Punta Quiroga en el Golfo San José hasta Punta Ninfas en el Golfo Nuevo. 

Al avistar las ballenas, el avión sobrevuela en círculos y los investigadores toman fotografías a los patrones de callosidades. Con la ayuda de un GPS, también proceden a registrar la ubicación de cada ballena o grupo de ballenas. Luego toman nota de la presencia de crías, los comportamientos inusuales, sus heridas y si hay ballenas muertas en las costas.

En el pasado no muy lejano, los científicos utilizaban cámaras fotográficas con película diapositiva o blanco y negro para fotografiar las ballenas. Luego, a partir de estas tomas elaboraban un catálogo de foto-identificación en papel. Actualmente, se utilizan cámaras digitales y se realiza la identificación con la asistencia de un programa especial de computación que agiliza todo el proceso.

Datos de los relevamientos de ballenas más recientes y significativos.

En 2019 tuvo lugar el cuadragésimo noveno relevamiento aéreo de foto-identificación de las ballenas francas de Península Valdés realizado en el mes de septiembre. Más de 500 fotografías dejaron registro de todas las ballenas avistadas en los Golfos Nuevo y San José. Se pudieron contabilizar y registrar de modo exitoso 607 ballenas y 214 crías en total.

En el 2018, el registro obtenido en el mismo procedimiento había sido de un total de 865 ballenas incluyendo 365 crías, lo cual fue un récord histórico. Significó una temporada con un récord de ballenas en el área de la Península Valdés desde comenzaran los estudios en 1971.

Cada relevamiento aéreo permite sumar nueva información sobre la población de ballenas ya registrada. De este modo, luego del análisis de las miles de fotografías tomadas, se puede identificar y agregar a los nuevos individuos al catálogo . Así, se van incorporando también de modo paulatino, nuevos registros en la historia de vida de las ballenas conocidas y se puede determinar su edad y la familia a la que pertenecen al identificarlas como crías en el año de su nacimiento. También con este método se logró determinar los períodos entre pariciones de las hembras, monitorear los cambios en la distribución de las ballenas en las costas de la península y evaluar el estado general de la población mediante el análisis de heridas y cicatrices. 

A nivel científico esta información tiene un valor incalculable. Su aporte es esencial, por ejemplo, para describir la dinámica poblacional; un aspecto de la ecología de la especie que es esencial conocer para progresar en su conservación. Ningún ápice de la información obtenida a lo largo del proceso es desperdiciada, y cada aspecto de interés, busca abrir nuevos canales de estudio e hipótesis de investigación. Sin dudas, estos estudios son un modelo a seguir para otros científicos en el mundo y buscan contribuir con información de primera mano a la campaña mundial por la preservación de estos maravillosos mamíferos marinos : las ballenas . Esta especie que hoy , necesita para sobrevivir , del esfuerzo y la voluntad de cooperación del hombre como nunca antes lo ha requerido en la historia .