De todos los casos registrados, hubo uno que sobresalió por su éxito: el de la ballena Uramba. El ejemplar mantuvo su dispositivo de ubicación durante más de 100 días y brindó información a lo largo de 11 mil kilómetros, en su migración de Colombia a la Antártida.

Hace casi 10 años, Colombia logró realizar su primer marcaje de ballenas jorobadas. El trabajo permitió obtener más información sobre la especie, sobre sus áreas de reproducción y sus movimientos migratorios. El conocimiento adquirido resulta clave para desarrollar medidas de conservación más eficaces para los cetáceos y sus hábitats naturales.

Trabajo en conjunto

A fines de 2014 y comienzos de 2015, un grupo de científicos de Colombia logró realizar el primer marcaje de ballenas del país.

Se trató de un acontecimiento en el que intervinieron varias organizaciones: Conservación Internacional Colombia, Fundación Yubarta, Parques Nacionales Naturales de Colombia y Corporación Autónoma Regional del Valle del Cauca-CVC. Además, el Programa Paisajes de Conservación brindó su apoyo. 

El primer marcaje se registró durante el mes de noviembre y tuvo lugar en uno de los destinos más recomendados para el avistamiento de ballenas: el Parque Nacional Uramba Bahía Málaga, que se ubica sobre el Océano Pacífico hacia el norte de Buenaventura. 

Los objetivos

El punto de partida estuvo marcado por la necesidad de estudiar a las jorobadas, las ballenas que visitan las costas de Colombia cada año para reproducirse, provenientes de la Antártida, región en la que se alimentan.

Para los investigadores, la misión no era solo conocer más sobre la especie. También se buscó obtener información de calidad para impulsar acciones más concretas de conservación.

Conocer cuáles son las rutas migratorias de las ballenas ayuda a repensar los circuitos de embarcaciones en la región del Pacífico colombiano. De esta manera, se pueden evitar las colisiones, la contaminación acústica y otras afecciones que ponen en riesgo la integridad de los mamíferos marinos.

Lo mismo ocurre con las regiones en las que se reproducen y crían a sus ballenatos: la preservación se debe pensar tanto para los animales como para los ecosistemas que habitan. 

Telemetría satelital

El marcaje se llevó a cabo gracias a dispositivos que se colocan de forma cuidadosa solo sobre ejemplares adultos de ballenas. En conexión con satélites espaciales, emiten señales que permiten conocer la posición exacta de los cetáceos.

La telemetría satelital brinda así información relevante sobre los comportamientos y movimientos migratorios de la especie. Pero el seguimiento requiere de esfuerzo: de contar con la tecnología necesaria y de abordar con cuidado el marcaje de las ballenas.

El trabajo con los cetáceos es difícil ya que requiere de posicionarse a unos 3 metros de distancia para poder marcarlos. Una vez que se avista un ejemplar, se debe generar el acercamiento de forma respetuosa y teniendo la suerte necesaria de que el animal no se sumerja.

Un caso de éxito

A casi 10 años de los acontecimientos, el primer marcaje de ballenas en Colombia es recordado ante todo por un caso especial: el de Uramba.

El ejemplar recibió este nombre por varios motivos. En primer lugar, porque fue marcado en el Parque Nacional Natural Uramba Bahía Málaga. En segunda instancia, porque se trata de un vocablo africano que significa ‘trabajo en conjunto’.

Al momento del marcaje, Uramba estaba junto a su cría y junto a otro adulto que se cree hacía las veces de escolta. A este último se lo bautizó con el nombre de Pionero y también se le colocó el dispositivo.

Todo parece indicar que el mismo se le desprendió con rapidez. Con Uramba, en cambio, ocurrió lo contrario: emitió señales sobre su posicionamiento durante mucho más tiempo del esperado.

Los investigadores estiman que el dispositivo tiene una vida útil de 60 días como máximo. Sin embargo, el de Uramba cumplió con sus funciones durante más de 100 días.

Además del tiempo de transmisión, lo extraordinario del caso es que permitió obtener el registro exacto de movimientos del viaje que Uramba realizó desde Colombia hacia la Antártida.

En total fueron más de 11 mil kilómetros recorridos. Gracias a la tecnología y al trabajo de todos los involucrados, se logró trazar la ruta exacta que la yubarta realizó desde el área de reproducción hacia la zona de alimentación.