La captura de kril en la Antártida es doblemente perjudicial para las ballenas. En primer lugar, porque reduce su fuente de alimentación. Por otro lado, la presencia de las embarcaciones genera el riesgo de colisiones y enmallamientos para los cetáceos.
El kril es la principal fuente de alimentación de las ballenas. Su población en las aguas de la Antártida se encuentra en declive debido a factores como el calentamiento global. La industria pesquera de Chile y la de otros países agravan el problema con la captura indiscriminada de estos crustáceos. Distintas organizaciones remarcan la necesidad de aplicar medidas urgentes.
Una noticia desalentadora
En 2016, Geophysical Research Letters publicó una investigación que se centra en la disminución de las poblaciones de kril en las aguas del océano Antártico.
La noticia es desalentadora debido a que se trata de la principal fuente de alimento de numerosos animales, entre ellos aves marinas, focas, pingüinos y ballenas.
Los motivos de la reducción significativa de kril se vinculan al cambio climático y a cómo el calentamiento global contribuye al aumento de los deshielos. Sin embargo, las poblaciones de estos crustáceos también se ven afectadas por el aumento de la pesca industrial en las aguas de la Antártida.
Una amenaza para las ballenas
La reducción del kril implica una problemática para la especie en sí. Al mismo tiempo, pone en riesgo la supervivencia de todos aquellos animales que lo tienen como su principal fuente de alimentación.
La captura industrial de kril se produce en cuatro áreas de la Península Antártica. Todas fueron establecidas por la Comisión de Conservación de los Recursos Vivos Marinos Antárticos (CCAMLR, por su nombre en inglés).
Por allí navegan barcos provenientes de Chile, China, Corea del Sur, Noruega y Ucrania. La gran cantidad de embarcaciones supone también una amenaza para las ballenas, que deben hacer frente a flagelos como las colisiones, los enmallamientos y la contaminación química y acústica.
Un problema grave
Entre 2020 y 2021 se registraron tres muertes incidentales de ballenas jorobadas causadas por la industria pesquera de kril. La Comisión Ballenera Internacional (CBI) respondió a este y otros casos similares con un reporte que recomienda medidas a tomar con el fin de conservar a los cetáceos.
Pero las medidas no fueron aplicadas y la llamada por una toma de conciencia es ignorada. Una embarcación perteneciente a Sea Sheperd lo comprobó en marzo del año pasado, cuando registró dos barcos que capturaban kril muy cerca de un grupo de ballenas aleta.
Peter Hammerstedt, el capitán del barco de la organización ambientalista, incluso sostuvo que ambas naves parecían acercarse de manera intencional a las ballenas, sabiendo que los cetáceos se mueven por aquellas zonas en las que hay abundancia de kril.
La industria pesquera de Chile
Una de las embarcaciones registradas pertenece a la empresa pesquera china Jiangsu Shen Lan Distant Water Fishing Co. La otra nave era el Antarctic Endeavor, la cual corresponde a la compañía chilena Deris S.A., antes conocida como Pesca Chile.
El Centro de Conservación Cetácea de Chile indicaba hace un año que Deris S.A. es dueña de tres naves pesqueras que capturan kril en la Antártida. También refiere que la compañía cuenta con otras cinco naves para pesca de especies demersales (las que habitan en aguas profundas o cerca del suelo marino) en las aguas australes del país.
Durante las operaciones de estos barcos se han registrado una serie de contactos con orcas y cachalotes. Lo que pone en evidencia el grave riesgo que representa para los cetáceos y otros animales marinos.
Un contexto complejo
El CCC refiere que la salmonicultura industrial también es responsable de la disminución del kril como consecuencia de la captura a gran escala. La clave está en que estos crustáceos son utilizados para el cultivo de los salmones, para hacerlos más coloridos y más atractivos de cara a los consumidores.
El escenario actual es complejo debido a que la abundancia de kril depende de dos grandes fenómenos: la crisis climática y la industria pesquera. Y se agrava si se considera que de la supervivencia de estos crustáceos depende la de las especies que los usan como alimento.
Proteger al kril, por lo tanto, es cuidar a las ballenas. Tomar medidas que controlen la actividad industrial es necesario para garantizar la abundancia de los crustáceos y para evitar los acercamientos de las naves pesqueras a los cetáceos.
Martín Prieto comenzó su carrera en Greenpeace Argentina como Director Ejecutivo. Logró importantes avances como la sanción de la Ley de Promoción de la Energía Eólica y la Ley de Protección del Bosque Nativo. En 2012, asumió como Director Ejecutivo de Greenpeace Andino, liderando las oficinas de Argentina, Chile y Colombia hasta 2018.
En 2006, Prieto fue designado Líder de la Campaña de Ballenas por Greenpeace International, destacándose en el bloqueo de los intentos de Japón de retomar la caza comercial de ballenas junto a la Comisión Ballenera Internacional. Además, ha sido asesor de Greenpeace International, Greenpeace Mediterráneo, Greenpeace India y Greenpeace Rusia.