Poco a poco crece a nivel mundial la preocupación por salvar a las ballenas. Gracias a los esfuerzos que realizan diversas ONGS alrededor del mundo, la gente ha conocido la problemática y ha tomado conciencia acerca de la necesidad de preservar la especie. Pero, a pesar de todo lo logrado, aún queda mucho por hacer.

Greenpeace lidera hoy día numerosas iniciativas en pos de la conservación de las ballenas. Su acción abarca un amplio espectro: desde campañas para frenar a los buques balleneros en el océano, acciones de junta de firmas para lograr leyes de protección a nivel nacional e internacional y diversas colectas para financiar estudios científicos que promuevan una mejor calidad de vida para los cetáceos y toda la fauna marina en su conjunto.

Las luchas en todos estos campos son coordinadas al unísono con las 55 oficinas que tiene Greenpeace alrededor del mundo. Desde allí, se diseñan las políticas más adecuadas para cada región , contemplando las características propias de las sociedades en cada lugar y evaluando la mejor manera de desplegar las iniciativas en según cada país.

Más allá de las dificultades y contrariedades que suelen presentarse, luego de los denodados esfuerzos que lleva poner en acción cada proyecto, la historia siempre demuestra que valen la pena. Una enseñanza clave para perseverar en los proyectos ha sido no desanimarse. Si bien, los resultados no son inmediatos, ni suelen darse en el corto plazo, a la larga, una luz de esperanza siempre asoma en el horizonte. La naturaleza nos ha hecho experimentar en todo este tiempo,su gran capacidad de resiliencia y autoregeneración. Cuando las circunstancias se lo permiten como en el caso del Covid, o cuando el hombre deja de agredir el medioambiente o colabora con su protección, siempre se obtienen respuestas favorables de su parte.

Conservación de las ballenas durante la crisis del COVID-19

Durante la crisis sanitaria producida por el coronavirus COVID-19, las noticias sobre la aparición de animales por las ciudades de todo el mundo han sido constantes. Así como imágenes de aguas más limpias y una reducción de la contaminación. Durante el confinamiento al que se ha visto sometida gran parte de la población mundial, los animales se han sentido libres de ocupar zonas que antes tenían una presencia humana o bien se llevaban a cabo diferentes actividades paralizadas por la COVID-19. Este es el caso de la pesca, por ejemplo, cuya pausa ha permitido que las ballenas se hayan acercado más a las orillas de las costas en todo el mundo. En diferentes lugares de Chile, Argentina, la Palma, las Islas Canarias o Marsella, se han avistado cetáceos en zonas en las que antes era imposible hacerlo.
Solo tres países aún continúan cazando ballenas a pesar de las legislaciones y prohibiciones internacionales. Ellos son Japón, Noruega e Islandia. Sin embargo, este último, por segundo año consecutivo, ha suspendido la caza comercial de ballenas por tiempo indeterminado
Aunque hay presión de índole económica para su nueva activación, lo cierto es que los islandeses han tomado conciencia de la necesidad de detener esta práctica. Entre la población del país, además, ha surgido en los últimos años un mayor interés en observar a las ballenas por parte de la población, y espacios que antes estaban destinados a los balleneros, ahora son santuarios para esta especie.

Greenpeace convoca a conquistar ”Un santuario para las ballenas”

La iniciativa de Greenpeace es convocar a todas las personas de buena voluntad del mundo a unirse en el pedido internacional, dirigido a todos los gobiernos del globo, a declarar al océano como “un santuario natural para las ballenas”.
Dada la importancia que tiene su conservación para el futuro del planeta, cada espacio ganado por las ballenas gracias a la pandemia es un enclave a resguardar. Si las ballenas han vuelto a verse circulando por zonas en donde antes había una importante presencia del hombre, es porque esa zona es importante para su desarrollo y por lo tanto imperiosa su conservación.
La campaña de firmas en pos de esta iniciativa ya está circulando en todos los países en donde Greenpeace tiene sedes y aún más allá de ellos. Gracias a la innumerable colaboración de particulares y voluntarios alrededor del mundo, una vez más , se está cumpliendo con éxito una iniciativa cuyos frutos agradecerán las futuras generaciones.