Uno de los grandes objetivos de los científicos es investigar lo máximo posible a las ballenas sin causarles ningún tipo de daño. Es una manera de proteger sobre todo a las especies en peligro de extinción.

Hace unos años, un equipo de investigadores desarrolló un método que marca un avance importante en el estudio de las ballenas. Se trata de una técnica que no es para nada invasiva y que permite extraer el material relevante de muestras tomadas a partir de las espiraciones de los cetáceos. Esto ayuda a medir los niveles hormonales y otros biomarcadores importantes de los animales.

Cómo estudiar a las ballenas en peligro de extinción

Los métodos de investigación no invasivos son fundamentales en todos los cetáceos y en cualquier especie animal. Sin embargo, se vuelven más necesarios, por no decir indispensables, cuando se trata de ejemplares que se encuentran en serio riesgo de desaparecer.

En pocas palabras, presentan dos grandes beneficios al mismo tiempo: permiten obtener información acerca de las ballenas y, al mismo tiempo, ayudan a la conservación de los ejemplares.

Por todo esto, el desarrollo de un nuevo método de estudio representa una excelente noticia para el mundo de la ciencia y para el cuidado del medioambiente.

Las exhalaciones de los cetáceos

Uno de los métodos no invasivos más conocidos hasta el momento es el que trabaja con las espiraciones de las ballenas. Además de suponer un espectáculo para la vista de los seres humanos, brindan una importante cantidad de información biológica que resulta de utilidad para los investigadores. 

El material en cuestión aporta datos sobre el metabolismo de estos animales, sobre su madurez reproductiva, sobre el estado de gestación en el caso de las hembras embarazadas, sobre los niveles de estrés y mucho más.

Si bien las ballenas no son tocadas, el acercamiento debe realizarse con cuidado ya que también puede ser invasivo. Se deben evitar las colisiones y molestias tales como las que genera la contaminación acústica.

La muestra se toma con una vara larga, que permite mantener cierta distancia con los cetáceos. Una vez obtenida, se retira el instrumento y se retrocede para dejar en paz a los animales.

¿Cuál era el problema de esta forma de estudio?

Hasta hace poco, este método carecía de eficacia por un motivo puntual: la muestra obtenida se mezclaba con el agua salada propia del mar. Por lo tanto, el material se diluía y no ofrecía información precisa.

Este inconveniente es el que resolvieron Elizabeth Burgess y sus colaboradores con su investigación. El estudio fue publicado en julio de 2018 en Scientific Reports y describe las claves de la nueva técnica.

Las claves del nuevo método

El estudio se centró en medir una sustancia llamada urea, que es un subproducto natural del metabolismo de las ballenas que se encuentra presente tanto en la sangre, como en la orina y las espiraciones.

A través de esta medición, se logra identificar de manera precisa qué tan diluida se encuentra la muestra obtenida con el método mencionado.

De esta manera, los científicos pueden acceder a los valores exactos de hormonas y otros biomarcadores de las ballenas sin tener que recurrir a métodos invasivos como extracción de sangre.

La importancia de las ballenas francas glaciales en la investigación

Una de las especies más delicadas de cetáceos es la ballena franca del Océano Atlántico Norte: se encuentra en peligro crítico de extinción y se estima que quedan apenas unos 450 ejemplares.

Su importancia en esta investigación se debe a que es una de las especies más estudiadas. A su vez, como son pocas, existen datos y muestras sobre cada uno de los ejemplares.

Los encargados del estudio aprovecharon el material existente para probar la evidencia del nuevo método. La clave estuvo en la comparación de los valores.

Gracias a muestras de heces y de sangre obtenidas anteriormente, se sabe cuáles son los valores precisos de hormonas y demás. De esta forma, se pudo comprobar que la medición de la urea permite identificar qué tan diluida se encuentra una muestra.

En total se analizaron 46 casos, todos ellos correspondientes a francas glaciales. Que estas ballenas hayan sido elegidas para la investigación remarca a la vez la importancia de obtener información biológica exacta de los especímenes que corren serio riesgo de desaparecer.

La clave está en el seguimiento que se puede hacer a largo plazo, evaluando cómo reaccionan ante situaciones de estrés como enmallamientos y la contaminación acústica.

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🔍 Gracias a un equipo de científicos, ahora es posible saber más sobre estos cetáceos sin invadir su espacio ni generarles estrés. Encuentra todo lo que hay que saber al respecto en nuestro nuevo artículo: (enlace)

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