Es una realidad, pero el fondo del mar ya no es tan silencioso como lo era antes. Debido a la contaminación acústica, la comunicación entre las ballenas ha sido perturbada.

Las ballenas se comunican mediante la voz. Su sistema de lenguaje se ha ido desarrollando a lo largo de los años y es muy complejo. Así lo considera el explorador Brian Skerry, quien asegura que generación tras generación los cetáceos han heredado su propia cultura.

Gracias a ciertas vibraciones específicas, las ballenas pueden reconocer dónde están sus familias, hacia dónde se dirigen y también qué están haciendo. No obstante, al igual que nos sucede a los seres humanos, a ellas, el entorno con mucho ruido las perturba al punto de no entender qué les están diciendo.

Debido al tráfico de embarcaciones pesqueras que ha acrecentado, el silencio que disfrutaban en los mares ya no existe. Es más, desapareció. Así es que la contaminación acústica en los océanos ha provocado que las ballenas pierdan sus rumbos.

¿Cómo impacta la contaminación en los océanos?

A través de un estudio de Conservation of Migratory Species of Wild Animals (CMS) se aseguró que la contaminación acústica en los océanos “ahogó” a gran parte de la profundidad marina. Específicamente, debido a la actividad humana industrial que actúa de manera indiscriminada.

Varios científicos, con la colaboración de la Organización de Naciones Unidas (ONU) descubrieron que el mar ya no es como solía ser de silencioso: “EL OCÉANO PROFUNDO Y OSCURO A MENUDO SE CONSIDERA UN MUNDO PACÍFICO Y SILENCIOSO”.

Los mismo autores del comunicado han agregado que: “[…] LA ACTIVIDAD HUMANA PUEDE ESTAR AHOGANDO ESOS RUIDOS Y TENIENDO UN IMPACTO DESORIENTADOR Y DESTRUCTIVO EN LOS ANIMALES MARINOS”.

De acuerdo con dicho estudio, los científicos determinaron que a estas alturas cualquier actividad humana que realicen en el hábitat marino genera contaminación acústica. Aún más, según el propio Heidrun Frisch-Nwakanma: “tales actividades están aumentando”.

De esta manera, en la actualidad, el ruido se ha vuelto insoportable para muchas especies de cetáceos, entre ellos las más afectadas, las ballenas. Esta es la razón por la que pierden sus rumbos.

Las ballenas sin rumbo

Esta problemática se hizo más interesante de estudiar y ver cómo ayudar ya que las ballenas como otros animales marinos utilizan la ecolocalización. Este mecanismo, según la ONU: “se basa en los sonidos reflejados para identificar objetos, para encontrar presas, comunicarse, localizar parejas y crías, y navegar por el océano vasto e interconectado”.

En el caso de las ballenas, por ejemplo, se conectan por medio de canciones complejas y las transmiten por medio de frecuencias bajas para que su mensaje les llegue solo a los integrantes de su grupo.

Durante miles de millones de años, estas vibraciones viajaban a distancias increíbles que les llegaban a los integrantes de cada manada. Sin embargo, debido al creciente trafico pesquero industrial, las canciones ya son intervenidas y terminan desorientando a las ballenas al punto de hacerlas sentir perdidas, sin rumbo.

Por su parte, la jefa de la Subdivisión Marina y de Agua Dulce del PNUMA, Leticia Carvalho enfatizó en la urgencia de esta problemática y restablecer el silencio que tenían los océanos:

“NECESITAMOS CONSTRUIR URGENTEMENTE NUESTRA COMPRENSIÓN DE CÓMO RESTAURAR UN OCÉANO SALUDABLE DE LAS AMENAZAS VISIBLES” y agregó: “COMO LA BASURA MARINA, ASÍ COMO DE LAS AMENAZAS INVISIBLES, INCLUIDA LA CONTAMINACIÓN ACÚSTICA”.

El gran problema es que muchas de las actividades que están desorientando a las ballenas es esencial para las pruebas militares o el comercio global que llevan algunos países. La consecuencia es que esta situación aumentó a 32 veces en el ruido de baja frecuencia en los últimos 50 años.

El silencio de los mares ¿se extinguió para siempre?

Tristemente, como las ballenas ya no logran comunicarse con esta cantidad de ruido, literalmente muchas de ellas se pierden sin saber dónde están sus familias. Incluso, quedan tan desconcertadas que no logran finalizar sus rutas migratorias como deberían.

La consecuencia de esta situación es que muchas terminan lastimadas o varadas en las costas. Así lo han explicado los autores de dicho estudio. No obstante, aunque parezca que todo este perdido, no es así.

Dentro del marco del lanzamiento de la “Década de las Naciones Unidas de las Ciencias Oceánicas para el Desarrollo Sostenible”, la ONU definió como limite sostenible el año 2030. Por ello concluyeron en que se puede revertir:

“la Década es la oportunidad ideal para que los países dediquen más recursos a comprender los impactos de la contaminación acústica en los océanos”.