La investigación fue encabezada por especialistas del CONICET en el CESIMAR. También se contó con la colaboración de National Geographic Exploration Technology Lab y National Geographic Pristine Seas Expeditions.

Una investigación del CONICET descubrió que las ballenas francas australes bucean en el Golfo Nuevo a una mayor profundidad de lo que se conocía. Lo hacen en busca de alimento de calidad. Uno de los hallazgos más sorprendentes consiste en que incluso las crías se sumergen hasta el lecho marino.

Un descubrimiento importante

Península Valdés y la ballena franca austral son dos de los símbolos nacionales más destacados que tiene Argentina. Y ambos se encuentran estrechamente relacionados, ya que la región del sur del país es famosa por recibir a esta especie durante buena parte del año.

Hasta el momento se sabía que las francas australes elegían las aguas de la Patagonia para reproducirse y criar a sus ballenatos. También que se alimentaban de zooplancton a menos de 10 metros de profundidad.

Ahora, gracias a una investigación científica, se conoce que los cetáceos encuentran una rica fuente de alimentación en el lecho marino del Golfo Nuevo. Y que pueden bucear a más de 100 metros de profundidad durante varios minutos.

Las claves del estudio

Los resultados de la investigación fueron publicados en Scientific Reports. El trabajo fue encabezado por Valeria D’Agostino, quien se desempeña para el CONICET en el Centro para el Estudio de Sistemas Marinos (CESIMAR).

También participaron Mariana Degrati, Mariano Coscarella y Ariadna Nocera por parte del CONICET en el CESIMAR. Y los especialistas contaron con la colaboración de National Geographic Exploration Technology Lab y National Geographic Pristine Seas Expeditions.

Todo partió de la idea de que las ballenas podrían estar buscando alimento en el fondo del mar. Los expertos se basaron en una serie de muestreos y de observaciones de ballenas adultas y juveniles. Los registros mostraban que los cetáceos buceaban de forma prolongada (hasta 24 minutos en un caso) y que, al regresar a la superficie, lo hacían con lodo en la cabeza.

Los investigadores decidieron utilizar Crittercams, unas cámaras de video que se colocan sobre el lomo de las ballenas mediante una ventosa. Y aplicaron ocho en ejemplares adultos y juveniles.

Las conclusiones

La información registrada por las cámaras permitió confirmar la hipótesis. En efecto, las ballenas bucean a grandes profundidades en busca de alimento en las aguas del Golfo Nuevo.

Uno de los descubrimientos más sorprendentes es que las crías alcanzan casi las mismas profundidades que los ejemplares adultos.

Tanto los juveniles como las hembras adultas (cada una con su respectiva cría) alcanzaron una profundidad de entre 75 y 115 metros. Los ballenatos, en cambio, solo se sumergieron entre 73 y 100 metros.

Valeria D’Agostino explicó que esto ya se había documentado en la ballena franca del norte. Pero que aún no existían registros de la franca austral.

También reveló de qué se alimentan los ejemplares que realizan los buceos profundos y prolongados en las aguas del Golfo Nuevo.

La especialista compartió que cerca del lecho marino se observaron densas agregaciones de copépodos calanoides adultos de talla grande y ejemplares juveniles de eufáusidos. Además, a 30 metros de profundidad se hallaron organismos de menor tamaño de zooplancton.

En resumen, las presas de alta calidad son las que se agrupan cerca del lecho marino, lo cual explica el comportamiento registrado en las francas australes.

Más que un área de reproducción

D’Agostino remarcó a su vez que los alcances de la investigación no se limitan al hecho de conocer nuevos datos sobre el comportamiento de la ballena franca austral.

El estudio pone en primer plano la importancia que tiene Península Valdés para las poblaciones de esta especie. Ahora se sabe que la región no solo representa un espacio para la reproducción y la cría de los ballenatos: también es fundamental para una alimentación de alta calidad.

La información obtenida es clave para la conservación de los cetáceos. Evidencia la necesidad de preservar su integridad y la de todo el ecosistema que habitan. El conocimiento es el primer paso: el siguiente consiste en el desarrollo y la implementación de políticas concretas.