La observación de ballenas es beneficiosa tanto para el avistamiento turístico como para la investigación científica. Conocer más sobre los cetáceos permite desarrollar acciones más eficaces para su preservación.

La relación de Chile y las ballenas es única en el mundo: a lo largo de sus costas se encuentran aproximadamente la mitad de todas las especies que existen de estos mamíferos marinos. La azul, la jorobada, el rorcual común y la sei son las más observadas del país. Habitan las aguas de la región con distintos fines: para alimentarse, para reproducirse o bien como sitio de tránsito hacia otros destinos.

Biodiversidad sin igual

El Fondo Mundial para la Naturaleza de Chile (WWF, por su nombre en inglés) comparte algunas claves que explican por qué este país sudamericano es uno de los más recomendados del mundo para la observación de ballenas.

Chile cuenta con una costa que se extiende a lo largo de más de 6 mil kilómetros. Semejante superficie marina representa una enorme biodiversidad, en la que las ballenas ocupan un rol protagónico.

WWF sostiene que en las aguas de Chile se puede encontrar el 43% de todas las especies de ballenas que se conocen a nivel mundial. Entre las mismas se hallan la más grande de todas, la más veloz y también la más acrobática. 

La ballena azul

Su nombre científico es Balaenoptera musculus y es el animal más grande de todo el planeta Tierra. Su tamaño puede llegar a ser de 30 metros de largo y su peso, de unas 200 toneladas. 

En períodos de alimentación, cada ejemplar ingiere unas 4 toneladas de kril por día. Al mismo tiempo, la azul es conocida por ser uno de los animales más ruidosos: el Zoológico Nacional Smithsonian de Estados Unidos expresa que sus llamados pueden rondar los 188 decibeles.

Es una de las especies que se encuentran en peligro de extinción, y está en la Lista Roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN).

En las aguas del Golfo de Corcovado habitan unos 300 ejemplares. De acuerdo con el WWF, esta población representa el 10% del total de esta ballena en el hemisferio sur.

La jorobada

El Centro de Conservación Cetácea de Chile (CCC) sostiene que la Megaptera novaeangliae es la ballena más acrobática de todas. No solo por la frecuencia de sus saltos, sino también porque es la única que puede sacar todo su cuerpo por fuera del agua.

Según la UICN, su estado de conservación es de preocupación menor. La Comisión Ballenera Internacional (CBI) agrega que existen más de 10 mil ejemplares tan solo en el hemisferio sur.

El Estrecho de Magallanes es una región de alimentación para estos cetáceos. También se los puede encontrar en los fiordos patagónicos y en los alrededores de la Isla Grande de Chiloé.

Las aguas costeras de Chile también son testigo de los movimientos migratorios de esta especie: los de los ejemplares que se alimentan en las aguas de la Antártida y luego viajan hacia Colombia y otros países del norte de Sudamérica con el fin de reproducirse y criar a sus ballenatos.

El rorcual común y la ballena sei

También conocida como ballena fin o de aleta, el rorcual común (Balaenoptera physalus) es, después de la azul, el más grande de todos los cetáceos: mide entre 19 y 24 metros y puede pesar hasta 80 toneladas.

Es otro de los más observados en Chile, aunque en menor cantidad que las especies anteriores. WWF informa que, en zonas de alimentación, se han registrado un centenar de ejemplares dispersos.

CCC Chile expresa que el país sudamericano cuenta con presencia de todas las especies de rorcuales. Y la sei es otra de las frecuentes en las aguas del Pacífico chileno.

En este caso, la Balaenoptera borealis se caracteriza por ser de las más rápidas de todas: puede alcanzar una velocidad de 48 kilómetros por hora.

Problemáticas comunes

Chile, como miembro de la Comisión Ballenera Internacional, es uno de los países en donde la caza de estos animales se encuentra prohibida. Sin embargo, los cetáceos se enfrentan a numerosas situaciones que ponen en riesgo su integridad. Las colisiones con embarcaciones, los enmallamientos, la contaminación química y acústica son algunas de ellas. 

La necesidad de preservar a las ballenas responde a la delicada situación de conservación de cada una. La gran presencia en cuanto variedad de especies que tienen en Chile no solo es beneficioso para el avistamiento turístico: también es ideal para la investigación científica. Conocer más sobre estos mamíferos marinos es un paso clave para desarrollar medidas de protección más eficaces.