El rorcual de Rice es una de las especies de ballenas más raras del mundo. En la actualidad, sólo sobreviven unos 50 ejemplares distribuidos en la franja costera cercana a Florida, en los EEUU. Los científicos tratan de dilucidar qué pueden hacer hoy para intentar salvar a la especie. 

La ballena Rice fue descubierta hace apenas 3 años, en 2021. Conocer de su existencia provocó asombro, preocupación y tristeza, todo al mismo tiempo , al interior del grupo científico que dio a conocer la noticia al mundo.

Esta nueva especie de mamífero, se diferencia de otras ballenas por su figura delgada , esbelta y ágil que puede alcanzar los 12 metros de longitud. Su peso en un ejemplar adulto puede rondar las 30 toneladas y se deja ver en aguas de una zona densamente poblada como es la actual costa de Florida. 

Sin embargo, la emocionante noticia de su descubrimiento vino acompañada de un dato desolador: estas ballenas filtradoras, conocidas también como ballenas del Golfo de México por su hábitat al sur de Florida, se encuentran en peligro crítico de extinción. Según las últimas estimaciones ,solo quedan 51 ejemplares en total. La Redlist de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN, sus siglas en inglés) calcula que de estos 51 , sólo 26 serían adultos.

Un hábitat amenazado

Uno de los principales hábitats de la ballena Rice es el Golfo de México, en Florida, un área que está atravesada por un corredor marítimo muy transitado a lo largo de todo el año. Por ello, las ballenas de Rice enfrentan a diario la amenaza de sufrir colisiones con barcos, además de sufrir grave perjuicio por la contaminación acústica y ambiental producto de las actividades comerciales y marítimas.

Otro flagelo, es la contaminación producto de la actividad petrolera. El vertido masivo de petróleo en el Golfo ocurrido en 2010 contaminó alrededor de la mitad del hábitat de las ballenas, mató aproximadamente al 17% de la población marina del Golfo, enfermó a otro 19% y dejó a casi una cuarta parte de las hembras de toda la fauna acuática del lugar con graves problemas reproductivos.

Un plan para salvar a las ballenas Rice

Los científicos, alarmados pero dispuestos a realizar esfuerzos para salvar a la especie Rice, se han unido a la Administración Nacional Oceanográfica y Atmosférica de EE.UU. (NOAA en sus siglas en inglés) y han puesto en marcha una iniciativa de investigación para obtener datos más profundos acerca de la especie y de su complejo entorno para intentar delinear un plan estratégico de acción. 

El primer paso consiste en cartografiar la distribución de las ballenas en el Golfo. Esto es de vital importancia para definir su hábitat y poder circunscribirlo como área protegida según la Ley de Especies en Peligro de Extinción, un proceso que está en marcha y que sería la base de las protecciones legales. 

“Una vez que podamos determinar las áreas principales del Golfo donde se asientan, podremos distinguir los sitios que se solapan con las actividades humanas que hoy día, implican una grave amenaza para las ballenas”, afirma Peter Soldevilla, líder del equipo de investigación. “Esto nos permitirá identificar e idear las mejores vías para la acción y conservación y para mitigar las amenazas a fin de mejorar las chances de recuperación de la especie.

La contaminación sonora y sus consecuencias 

Un factor de gran perturbación y de grave amenaza para la especie son las pruebas sísmicas que se realizan con cañones de aire submarinos. Esta es una herramienta clave para la exploración de gas y petróleo en el lecho oceánico que obtuvo la aprobación legal en 2018. Los ruidos y detonaciones subacuáticas que producen las detonaciones de los cañones interfieren con la comunicación de las ballenas, su navegación por sonar y por ende en su alimentación 

“El oído para las ballenas es como la vista para nosotros, lo usan para todas sus actividades básicas y vitales”, explica Kaitlin Frasier, asistente de investigación del proyecto del NOAA. “El sonido es su forma de comunicación principal. Al invadir su hábitat con fuertes ruidos, les estamos creando grandes problemas para su comunicación, es decir para su supervivencia”.

La Dra Frasier es coautora, junto con Soldevilla, de un estudio innovador en 2022 en el que se instalaron dispositivos en el fondo del mar, y etiquetas acústicas fueron adheridas a la piel de las ballenas Rice, en el marco de una prueba sonora con el objetivo de demostrar que los cetáceos emiten varios sonidos únicos que son interrumpidos por el ruido de barcos y cañones sísmicos. El estudio reveló que las ballenas Rice duermen flotando muy cerca de la superficie, lo que las hace en extremo vulnerables a las colisiones con embarcaciones durante su tiempo de descanso, cuando les es imposible detectar la cercanía de estos. 

Una luz de esperanza

Dentro del abanico de medidas a implementar, la Dra Frasier es optimista: “El rastreo acústico es una de las mejores herramientas que se nos han ocurrido para determinar dónde se ubican los hábitats importantes y hacer lo que podamos para que la vida sea menos estresante en esas zonas. Es decir, cubrir estas áreas con un cerco legal de área protegida y obligar al tránsito marítimo y a la actividad petrolera a alejarse del lugar” afirma Frasier. “Queremos hacer todo lo que esté a nuestro alcance por mantener vivas a las ballenas y recuperar su población”, concluyó la científica .