Es un hecho, las ballenas son los animales más grandes que jamás hayan existido y pertenecen al grupo de mamíferos marinos llamado cetáceos. Un concepto que para muchos no está claro, es que no son peces porque tienen sangre caliente, respiran aire a través de los pulmones y dan a luz a sus crías vivas que luego se alimentan de leche materna.

Tienen un excelente oído y son dos o hasta tres veces más eficientes que los mamíferos terrestres en utilizar el oxígeno del aire que respiran. Y es que tienen cajas torácicas colapsables que las ayudan cuando se sumergen en la profundidad. Además, tienen una capa de grasa muy gruesa y eso las aísla y protege del frío.

El pensamiento de los científicos: ellos creen que las ballenas evolucionaron de los mamíferos terrestres de cuatro patas para adaptarse perfectamente a una vida submarina. Su cuerpo es aerodinámico y han perdido casi todo el pelo externo para evitar la fricción y ser mucho mejores deslizándose por el agua. Por ellos, sus extremidades se transformaron en aletas.

Existen dos tipos principales de ballenas

Las ballenas dentadas, como el cachalote y la orca. Las ballenas barbadas, como la ballena jorobada y la azul. Estas tienen placas en forma de peines formadas por estructuras compuestas de pelos bien rígidos. Con ellos forman una red que para filtrar la comida del agua en el mar.

Por lo general, las ballenas más grandes son barbadas y se alimentan básicamente de pequeñísimas criaturas llamadas krill, que son muy parecidas a los camarones.

Tienen unos orificios en la parte superior de la cabeza que se llaman “aventadores” y actúan como los orificios de la nariz. Para diferenciar unas de otras, las barbadas tienen dos aventadores y las dentadas solo uno.

¿Cuál es el origen de la caza de ballenas?

Utilizar los océanos como fuente de alimentación, data de los orígenes de la humanidad. En la antigüedad, cazar una ballena era garantía de que una comunidad subsistiría. Los métodos de cacería en aquellos inicios eran muy sencillos y se puede decir que casi no han cambiado durante 300 años.

Asimismo, ese tipo de cacería no amenazaba a las especies. La cacería masiva comenzó a partir del siglo XVII. Debido a modernos métodos de captura es que varias especies de ballenas están en peligro de extinción.

Los avances en la navegación, particularmente en la propulsión y autonomía de las embarcaciones consiguieron que la industria ballenera llegara a altamar. Así es que la antigua cacería costera (de distintos países) se dirigía a los lugares más remotos del planeta a buscar a los grandes cetáceos.

Ya en el siglo XX, con el uso de la tecnología y el aumento de la demanda se superó el límite sostenible y se puso en riesgo a sus poblaciones. En la actualidad, la cacería sostiene un comercio de carne de ballena inexistente y también otros productos como son el aceite, aunque en una escala menor.

Según comunicado de la Comisión Ballenera Internacional [CBI] en 1946: “La historia de la caza de ballenas es testigo del agotamiento de una zona tras otra y de una especie tras otra, hasta tal punto que resulta esencial la protección de todas las especies de ballenas para evitar su extinción”.

Las principales amenazas a las que sobreviven las ballenas

Destrucción de su hábitat: La contaminación que sucede en los océanos por los desechos tóxicos (ya sea de origen industrial, agrícola o doméstico) está poniendo en peligro la vida de los animales marinos.

Los contaminantes como los pesticidas organoclorados y PCB (policlorobifenilos) ya son parte de la cadena alimenticia. Estos son bioacumulables y biomagnificables ya que se acumulan en los tejidos grasos de las ballenas, afectando sus sistemas inmunológico, endócrino y reproductivo.

El daño sobre el sistema inmunológico los deja a los cetáceos susceptibles de cualquier enfermedad, virus o bacterias que en otras circunstancias no serían perjudiciales. Esta contaminación creó las condiciones ideales para que surjan brotes de marea roja y luego las biotoxinas terminan causando la muerte masiva de muchos organismos marinos, entre ellos, los cetáceos.

Cambio climático: Está afectando a los ecosistemas oceánicos fluctuando la temperatura de los mares. Esto luego impacta en las cadenas alimenticias en cuanto a la cantidad y diversidad de especies ya que provoca su dispersión.

De esta manera, las ballenas enfrentan una gran escasez de alimento porque no encuentran suficiente cantidad de las especies que consumen habitualmente. También porque ya no están en las áreas a las que en general se acercan para alimentarse.

Además, el cambio climático ha afectado a los fenómenos meteorológicos como El Niño y la Niña. Estos son cada vez más frecuentes, prolongados e intensos. Por ejemplo, el fenómeno de El Niño produce mareas rojas como también provoca cambios en la temperatura del agua y eso afecta a las especies que sirven de alimento a las ballenas.

Reducción de la capa de ozono: Solo se creía que la disminución de la capa ozono tenía efectos en la Antártica. No obstante, se observaron impactos en latitudes más al norte como Belice.

Se desconoce, pero la radiación ultravioleta pasa el adelgazamiento de la capa de ozono penetrando hasta profundidades de 30 metros en mar abierto. Estos dañan el ADN y afectan el proceso de fotosíntesis, enzimas, el metabolismo de nitrógeno y más.

Asimismo, un dato que no es menor, los huevos como las larvas de muchas especies de peces son muy sensibles a esta radiación ultravioleta.

Caza comercial: Desde 1986, la captura de los cetáceos está prohibida. Vale recordar que fue a partir de que entró en vigor una moratoria mundial sobre la caza de ballenas. Sin embargo, tanto Japón, Islandia como Noruega continuaron cazándolas y lo hacen con un falso programa científico.

Se basan en el comercio científico, pero lo cierto es que es ilegal. Esta situación favoreció la entrada de ciertos artículos ilegales a esos mercados. Incluso, durante el año 2000 se detectó que en Japón y Corea la venta de carne en su mayoría, pertenecían a especies en peligro de extinción.

En 2019 Japón anunció que seguirá capturando ballenas dentro de su zona económica exclusiva. Sin embargo, el mercado de productos derivados de esa caza es casi inexistente. Por ello, es posible que esta práctica la puedan mantener en el tiempo, a no ser que el gobierno la continúe subvencionando.