Se sabe que las ballenas caminaban en tierra por el estudio de los fósiles, que son restos o impresiones de organismos que vivieron en el pasado y que se conservaron en las rocas. Los fósiles nos permiten conocer la historia de la vida en la Tierra y los cambios que sufrieron los seres vivos a lo largo del tiempo.

Los fósiles de las ballenas nos muestran que estos animales no siempre fueron acuáticos, sino que evolucionaron a partir de mamíferos terrestres con pezuñas, que pertenecían al grupo de los artiodáctilos, como las ovejas o las jirafas. Estos mamíferos se adaptaron al medio acuático en un proceso que duró unos 10 millones de años, desde el Eoceno hasta el Oligoceno, hace entre 50 y 40 millones de años.

Los primeros fósiles de ballenas se encontraron en el sur de Asia, en lo que hoy es Pakistán e India, y corresponden a los pakicétidos. Eran animales del tamaño de un perro, con orejas largas y pezuñas, que se alimentaban de peces y otros animales acuáticos. Tenían un oído muy desarrollado, que les permitía detectar las vibraciones del agua. Aunque podían nadar, pasaban la mayor parte del tiempo en tierra.

A partir de los pakicétidos se originó el ambulocetus, que vivió hace unos 49 millones de años, también en el sur de Asia. Era un animal más grande y robusto, con patas cortas y fuertes, que le servían para caminar y nadar. Tenía una cola larga y plana, que usaba como timón, y una mandíbula alargada con dientes afilados. Se cree que era un depredador semiacuático, que cazaba tanto en tierra como en el agua.

El siguiente grupo de ballenas primitivas fueron los remingtonocétidos, que vivieron hace unos 47 millones de años, en el sur de Asia y África. Eran animales alargados y delgados, con un cuello largo y una cabeza pequeña. Tenían patas cortas y palmeadas, que usaban para impulsarse en el agua, y una cola larga y flexible, que les ayudaba a maniobrar. Se alimentaban de peces y otros animales pequeños, que capturaban con sus dientes puntiagudos.

Los protocétidos fueron los primeros cetáceos en dispersarse por el mundo, llegando a América del Sur y América del Norte hace unos 45 millones de años. Eran animales más adaptados al medio acuático, con patas reducidas y una cola más ancha y potente. Tenían una cabeza grande y redonda, con ojos grandes y nariz cerca de la frente. Algunos tenían colmillos largos y curvos, que usaban para defenderse o atacar. Se cree que podían salir del agua para descansar o parir.

El último grupo de cetáceos primitivos fueron los basilosáuridos, que vivieron hace unos 40 millones de años, en todos los continentes excepto la Antártida. Eran los más parecidos a las ballenas actuales, con un cuerpo hidrodinámico y sin patas. Tenían una cola con una aleta horizontal, que les permitía nadar rápidamente, y una cabeza alargada con dientes grandes y fuertes. Eran los depredadores más grandes de su época, capaces de cazar a otros cetáceos o incluso a tiburones.

Los fósiles de estos grupos de ballenas muestran las transformaciones que sufrieron para adaptarse al medio acuático: la reducción o pérdida de las patas, el desplazamiento de la nariz hacia arriba para respirar fuera del agua, el desarrollo de la cola con aleta para propulsarse en el agua, el aumento del tamaño corporal para regular la temperatura, entre otras.

Los fósiles también indican cómo se distribuyeron las ballenas por el mundo: desde el sur de Asia pasaron a África y luego a América del Sur y América del Norte por el Atlántico, aprovechando que la distancia entre los continentes era menor que la actual. Luego se expandieron por el Pacífico y el Índico, llegando a todos los océanos.

Los fósiles de las ballenas son un testimonio de la evolución de estos mamíferos maravillosos, que alguna vez caminaron por la tierra y ahora nadan por los mares.