En 2015 se impulsó un Acuerdo de Producción Limpia (APL) con varios objetivos vinculados al cuidado del medioambiente: la preservación de las ballenas azules fue uno de ellos. El plan se centró en el Golfo de Corcovado, zona de alimentación de estos mamíferos marinos.
Para la ballena azul, el Golfo de Corcovado es una de las regiones más importantes de todo el hemisferio sur. Unos 300 ejemplares de la especie arriban cada año a la zona para alimentarse. Al encontrarse en peligro crítico de extinción, es necesario desarrollar medidas para su conservación, tanto para su bienestar integral como el de los ecosistemas que habitan.
Una región especial
El Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF, por su nombre en inglés) sostiene que el doctor Rodrigo Hucke-Gaete es uno de los máximos responsables de la importancia que se le otorga en la actualidad al Golfo de Corcovado en relación a las ballenas azules.
A comienzos de este siglo, el doctor del Centro Ballena Azul y de la Universidad Austral de Chile encabezó una serie de investigaciones centradas en esta especie de cetáceo y en su visita anual a las aguas de la región.
Gracias a su trabajo, se logró identificar que el Golfo de Corcovado es una de las regiones más importantes de todo el hemisferio sur para las ballenas azules. Unos 300 ejemplares arriban cada temporada a la zona. De acuerdo con el WWF, la cantidad representa un 10% del total de la población austral de estos mamíferos marinos.
Una zona de alimentación
El Golfo de Corcovado es uno de los cuerpos de agua más extensos y famosos del sur de Chile. Se ubica unos pocos kilómetros al sur de Puerto Montt y separa la Isla Grande de Chiloé del Parque Nacional Corcovado que se encuentra en territorio continental.
La región en general se caracteriza por su rica diversidad en flora y fauna. En materia de cetáceos, sus aguas son navegadas por rorcuales minke y por jorobadas. Sin embargo, las grandes protagonistas en cuanto presencia son las ballenas azules.
Estos mamíferos marinos se reproducen y crían a sus ballenatos en aguas tropicales. Luego migran hacia el sur para alimentarse en la región del Golfo. Este fenómeno ocurre durante el verano austral, entre los meses de diciembre y abril, los cuales marcan la temporada de avistamiento.
Conservar a los cetáceos
La Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) sostiene que la ballena azul es una especie que se encuentra en peligro de extinción.
La cacería indiscriminada es uno de los flagelos que diezmó su población durante siglos. Entre otras medidas nacionales e internacionales que se implementaron para combatir este peligro, Chile impulsó en 2008 una ley que declara al país como una región libre de la caza de cetáceos.
Pero la conservación de los cetáceos requiere de otras medidas que se centren en los tantos riesgos que corren. La contaminación química y acústica, los enmallamientos, las colisiones con embarcaciones y el calentamiento global son algunos de los más destacados.
Un caso ejemplar
En octubre de 2015 se concretó el Acuerdo de Producción Limpia (APL) “Conservación de la ballena azul y grandes cetáceos en la Patagonia Norte, Región de Los Lagos y de Aysén”.
En el marco de la Segunda Conferencia “Nuestro Océano”, representantes del gobierno, de la industria del salmón, de la sociedad civil y de la comunidad académica acordaron una serie de medidas para proteger a la ballena azul, entre otros objetivos.
En lo que se refiere a estos cetáceos, el Acuerdo implementó una serie de acciones para el avistamiento y el monitoreo. Juan Ladrón de Guevara, por entonces Director Ejecutivo del Consejo Nacional de Producción Limpia, declaró en su momento que era la primera vez en la que las esferas pública y privada se unían con tanta fuerza para proteger a las ballenas.
Rodrigo Hucke-Gaete, por su parte, se centró en las posibilidades que el Acuerdo generaba para el trabajo de investigación científica. El doctor del Centro Ballena Azul reveló en primer lugar que el estudio de los cetáceos era fundamental para conocerlos en mayor profundidad. Y, de esta manera, contar con más información para elaborar medidas de preservación más eficaces.
También dijo que permitiría consolidar el programa de monitoreo, para seguir de cerca los movimientos de las ballenas, sus historias de vida y sus dinámicas poblacionales.
El del Acuerdo impulsado hace casi 10 años es apenas un ejemplo del trabajo que se puede y se debe realizar en la región. Al mismo tiempo, es una muestra de que el cuidado de las ballenas depende tanto del sector privado, como del público y de la sociedad civil en general.
🐋 El Golfo de Corcovado es uno de los mejores destinos para el avistamiento de las ballenas azules. Ubicado en el sur de Chile, también recuerda la necesidad de preservar a estos cetáceos en peligro de extinción.
🌊 La cacería indiscriminada quedó en el pasado, pero aún hay muchos factores que ponen en riesgo a las ballenas. Las colisiones con embarcaciones, los enmallamientos y la contaminación son algunos de los más destacados.
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Martín Prieto comenzó su carrera en Greenpeace Argentina como Director Ejecutivo. Logró importantes avances como la sanción de la Ley de Promoción de la Energía Eólica y la Ley de Protección del Bosque Nativo. En 2012, asumió como Director Ejecutivo de Greenpeace Andino, liderando las oficinas de Argentina, Chile y Colombia hasta 2018.
En 2006, Prieto fue designado Líder de la Campaña de Ballenas por Greenpeace International, destacándose en el bloqueo de los intentos de Japón de retomar la caza comercial de ballenas junto a la Comisión Ballenera Internacional. Además, ha sido asesor de Greenpeace International, Greenpeace Mediterráneo, Greenpeace India y Greenpeace Rusia.