Japón, Islandia y Noruega a pesar de que la caza comercial de ballenas ha sido prohibida internacionalmente desde 1986, continúan adelante con la práctica. Greenpeace Internacional , no ha dejado de alzar la voz para que esta cacería feroz sea detenida en el corto plazo.

1. Japón

A pesar de los reclamos internacionales llevados adelante por Greenpeace y numerosas ONG ambientales,Japón ha estado cazando legalmente a estos animales maravillosos durante décadas. En 1987, poco después de que entrara en vigor la prohibición de la Comisión Ballenera Internacional (CBI), Japón aprovechó un vacío legal que permite cazar ballenas bajo el rótulo de “investigación científica”. 

De todos modos, luego de los “estudios científicos” realizados a las ballenas su carne suele venderse para el consumo .Los grupos defensores de los derechos de los animales ven el programa como nada más que una tapadera para la caza comercial del país. Pero, el gobierno japonés ha afirmado repetidamente que esto le permitió estudiar los niveles de población de estos animales y así tomar la decisión de restaurar la caza comercial.

Bajo el pretexto de estudios científicos, Japón se ha permitido la captura de entre 200 y 1.200 cetáceos, como rorcuales menores, rorcuales de Bryde o cachalotes, cada año.

2. Islandia

Como hiciera Japón, Islandia desarrolló su programa de caza de ballenas con el argumento de proceder con “fines científicos” hasta que decidió retirarse en 1992 de la CBI (Comisión Internacional de Ballenas). 

En 2002, la CBI permitió que el país europeo regresara a sus filas , siguiendo una “regla particular o moratoria” en relación a la prohibición de la caza de ballenas. En la práctica, esto significa que la caza de ballenas no es ilegal en Islandia siempre que se sigan ciertas “reglas” referidas a las cuotas de caza anuales.

La legalidad de la iniciativa fue ampliamente debatida y otros estados miembros consideraron la reserva como un claro intento de Islandia de evadir las normas internacionales. De todos modos, Islandia en el año 2006 reanudó su programa de caza comercial de ballenas, basado principalmente en la captura de ballenas minke. 

Luego en 2009, la caza comercial cobró mayor escala, acabando con un promedio de 200 ballenas cada año. 

3. Noruega

En 1982, cuando la CBI adoptó una moratoria sobre la caza comercial de ballenas, Noruega fue uno de los pocos gobiernos que se opuso a la iniciativa.

Cuando la prohibición entró en vigor en 1986, Noruega la siguió hasta 1993. Ese mismo año, Oslo anunció planes para seguir cazando ballenas minke debido a un “vacío” en relación a la prohibición establecida por la CBI.

El número de ballenas capturadas por barcos noruegos ha aumentado constantemente desde entonces pero el interés en la industria ballenera ha disminuido significativamente en los últimos años. Mientras que en 2015 se cazaron 660 ballenas, en 2017 fueron 432, aunque el cupo aprobado por el gobierno fue de hasta 999. 

Este año amplió su licencia de pesca a 1.278 ballenas, un 28% más que el año anterior, con el objetivo expreso de revitalizar la industria. En 1950, según AFP, había alrededor de 350 barcos balleneros operando en Noruega, pero en 2017 ese número se redujo a 11, que es casi la mitad del número 12 meses antes.

Motivos por los que no han dejado de cazar ballenas 

Durante su visita a Islandia, la representante de Greenpeace ,Melissa Hodkins, escuchó la ridícula respuesta de que se cazan porque “hay demasiadas ballenas en el mar” y se comerán todos los peces.

La Sociedad para la Conservación de Ballenas y Delfines (WDC) desafía esta creencia en un informe y nos recuerda que las ballenas también comen plancton o pequeños crustáceos, no solo peces. Otra afirmación recurrente es que la carne de ballena tiene una gran demanda debido a su reputación entre los turistas que visitan Islandia, pero no tanto entre los lugareños.

En este caso, según WDC, es cierto que solo el 1,7% de los islandeses consumen carne de ballena, por lo que esta práctica es habitual entre el 35-40% de quienes visitan el país. Sin embargo, el interés gastronómico de los extranjeros deja un gran residuo de las ballenas capturadas en Islandia, por lo que gran parte de su carne también se exporta a Japón , escuchó también Hodgkin como excusa para justificar la caza.

Razones similares fueron esgrimidas por Noruega. Sin embargo, a pesar de toda justificación posible en relación a la caza de ballenas, Greenpeace sostiene que las medidas de protección deben ser aumentadas. Las ballenas siguen siendo cruciales para combatir el cambio climático y propiciar bienestar a los ecosistemas marinos. En el futuro con el aumento de la temperatura se encontrarán en serio peligro. Por ello, lo que se pueda hacer por protegerlas hoy, y procurar un aumento de su población nunca será demasiado.