Las ballenas blancas tienen una expectativa de vida que oscila alrededor de los 50 años. Se estima que hay entre 135 mil y 150 mil ejemplares a lo largo del mundo.

Las belugas o ballenas blancas son famosas por su inconfundible color y por su tamaño inferior al de la gran mayoría de los cetáceos. Habitan en las aguas del Ártico y su estado de conservación es de preocupación menor. Sin embargo, se enfrentan a amenazas como la caza ilegal y los efectos de la contaminación química.

Sus principales características

Su primera descripción data de 1776 y fue realizada por el zoólogo alemán Peter Simon Pallas. De hecho, este botánico se hizo famoso por sus trabajos en Rusia, y el nombre “beluga” deriva de una palabra rusa que quiere decir “blanco”.

Es una de las ballenas más conocidas e identificables de todas. Su inconfundible color blanco es uno de los principales motivos: estos mamíferos marinos son marrones o grises cuando nacen y cambian de tonalidad a medida que crecen.

Se vuelven completamente blancos cuando alcanzan la madurez sexual, lo cual ocurre aproximadamente hacia los 5 años de vida.

Otro de los motivos que vuelve llamativas a las belugas pasa por su tamaño, que es bastante menor al de otras especies de ballenas. Por lo general, miden entre 4 y 6 metros en su edad adulta y pesan entre 1000 y 1500 kilos.

Presentan la cabeza redondeada, no tienen aleta dorsal y se destacan por su capacidad de mover el cuello, ya sea de forma horizontal o vertical. En libertad y condiciones apropiadas, pueden llegar a vivir hasta 50 años.

¿Cómo se comporta la ballena blanca?

La beluga habita en el hemisferio norte, en las aguas árticas y subárticas. A diferencia de otras especies de cetáceos, son más versátiles en materia de alimentación y movimientos migratorios.

Se dice que estas ballenas son oportunistas ya que adaptan su dieta en función de la zona geográfica en la que se encuentren y la época del año. Por lo general ingieren kril y otros organismos pequeños. Como son odontocetos (tienen dientes cuando son adultas), también comen peces y cangrejos, aunque a veces lo hacen sin masticar.

Algunas subpoblaciones realizan migraciones largas. También hay otras que son más sedentarias y pueden llegar a pasar todo el año en la misma región.

Cuando se mueven, las ballenas blancas lo hacen en grupos de un promedio de 10 ejemplares, siempre bajo la guía de un macho dominante. Cuando tienen que realizar viajes largos, se pueden agrupar en centenares o incluso miles.

Su comportamiento también es diverso por las características de su nado. Si bien se mueven con lentitud, pueden alcanzar profundidades de hasta 800 metros e incluso navegar por aguas bajas como las de los ríos.

Los canarios del mar

Las belugas se ganaron este apodo debido a la amplia gama de sonidos que son capaces de vocalizar. Los mismos abarcan desde silbidos hasta chirridos y chillidos, y hasta tienen la habilidad de imitar la voz humana y otros elementos sonoros.

El de la audición es uno de los sentidos más desarrollados que tienen. Gracias a la ecolocalización, pueden moverse, comunicarse con sus pares y hallar respiraderos bajo las placas de hielo.

Los peligros para la beluga

La Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) describe el estado de conservación de las belugas como de preocupación menor. De acuerdo con distintas estimaciones, se cree que la población total de estas ballenas a nivel mundial oscila entre los 135 mil y los 150 mil ejemplares.

Aún así son cetáceos que se encuentran en peligro por varios motivos. Son cazados por los pueblos nativos del Ártico, aunque esto no supone un riesgo para la supervivencia de la especie. En cambio, la caza por parte de pesqueras comerciales sí es un serio riesgo.

Otras amenazas son propias de la contaminación química de las aguas que habitan. También son afectadas por los cambios que generan en el ecosistema la crisis climática y el calentamiento global.

La naturaleza también hace lo suyo: muchas belugas mueren atrapadas en los hielos del ártico y víctimas de la caza por parte de orcas y osos polares.

Por último, la ballena blanca es uno de los pocos cetáceos que se mantiene en cautiverio. Se la puede encontrar en acuarios y parques silvestres de distintas regiones del mundo. Por más que sus cuidados se encuentren garantizados, esto no deja de representar una limitación de su libertad.

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