Una voluntaria de Greenpeace viajó a la Península de Valdés para cumplir el sueño de contemplar a una ballena franca en las aguas de la Patagonia Argentina, su hábitat natural.

Mi nombre es Francisca y hace 5 años que acompaño como voluntaria a Greenpeace de Argentina en sus iniciativas y campañas para salvar y proteger la vida marina y especialmente a las ballenas. 

De chica soñaba con conocer a las ballenas , poder estar cerca de ellas y ese sueño se cumplió casi 16 años más tarde. Poder contemplar la escultural figura de una ballena franca austral desde una embarcación es una experiencia maravillosa,única, algo que todos deberían realizar al menos una sola vez en la vida. 

De cerca, cada movimiento de la ballena se celebra como una fiesta, con la expectativa del momento siguiente, ya que las ballenas son muy amistosas y les encanta recibir en su territorio a los visitantes y darles la bienvenida. De un momento a otro, desplegarán su fuerza en saltos y estallidos de agua, moverán sus colas a modo de saludo y harán que el que las observa congele la respiración de tanta emoción contenida.

Avistaje y adrenalina a flor de piel en alta mar

La aventura comienza con la salida desde Puerto Madryn en combie, en un recorrido de 100 kilómetros por la ruta provincial Nº 2 hasta la Reserva Faunística ubicada en la Península de Valdés. Aquí, cada año entre los meses de mayo y noviembre se dan cita miles de personas que llegan desde distintas partes del mundo para realizar la experiencia del avistaje en alta mar. Una oportunidad única, que permite tener de cerca al mamífero más grande que existe , cuya presencia es tan imponente que convierte la experiencia en uno de los espectáculos más majestuosos que puede ofrecer la naturaleza. 

Recomiendo llegar bien abrigados ; el viento es intenso , impetuoso y la temperatura desciende a medida que uno se acerca a la costa. Si es posible, aconsejo llevar un equipo rompevientos para ir bien guarecidos. Desde este punto, ya comienzan a salir las embarcaciones que realizan los avistajes desde las 10, 12, 14 y el último es a las 16 horas.

La gente espera ansiosa y de buen humor , preparada con sus cámaras de fotos y sus filmadoras con la debida protección acuática para obtener “la fotografía” del salto a pleno vuelo o de sus enormes colas elevadas o quizás la del instante en que el agua salga en forma de gigantesco chorro de su cabeza.

Primeros contactos con las ballenas

Luego de unos minutos, finalmente subimos a la embarcación y allí , bien provistos de chalecos salvavidas y capas impermeables, cada uno se acomodó para dar inicio a la travesía. Antes de que la lancha se introdujera mar adentro, cada uno de los presentes tuvo la oportunidad de mimetizarse con el paisaje que ofrecen los avistajes. Muy lentamente, la embarcación zarpó hasta que la orilla quedó apenas divisible y la embarcación se transformó en una pequeña cáscara de nuez en una inmensidad de aguas saladas y profundas.

La primera ballena no tardó en hacer su aparición.Para sorpresa de todos, la imponente figura emergió de repente y con un gran rugido a la superficie del agua para caer nuevamente con fuerza, en un estremecedor movimientol.Así nos daba la bienvenida a su territorio , mostrando toda su grandeza.

Mientras observábamos el espectáculo, el guía fue contando algunas de las características más importantes de estos grandes animales marinos. La forma en que mueven el cuerpo, qué significan los movimientos de sus colas, cómo hacen para nadar, y qué es realmente el chorro de agua que como spray sale hacia arriba desde su cabeza, para deleite de todos los observadores.

Continuamos navegando mar adentro y de pronto, otra ballena asomó su majestuosa cola sobre el agua, de unos cinco metros y permaneció con la cabeza suergida durante un largo rato, abandonada a su intuición y capricho.Tuvimos un rato más tarde, también la suerte y el privilegio de observar nadar a una madre con su ballenato, una cría que parecía medir cinco metros .

Avistajes : Actividad regulada y segura para las ballenas

La actividad de avistaje de ballenas en esta zona se lleva a cabo con extrema precaución, asegurando que las embarcaciones no se acerquen a las ballenas mientras el motor está en funcionamiento. Además, se establece un límite preciso de aproximación, garantizando así el bienestar de estas magníficas criaturas.

Para cuidar los ciclos y no alterar la vida de las ballenas durante la época de cría y reproducción, sólo está permitido navegar en el Golfo Nuevo , a embarcaciones de empresas turísticas, que tengan la autorización de la Prefectura Naval Argentina. El avistaje es una actividad que está regulada para resguardar la integridad de las ballenas francas, que son Monumento Natural desde el año 1984.

De la experiencia del avistaje, cada uno se llevará un momento, una postal personal de lo vivido, en el corazón. Lo importante, más allá de las miles de anécdotas y curiosidades que puedan surgir, es que este momento regala felicidad y ensancha en el alma un cariño infinito por las ballenas. Como mensaje final, repito lo dicho al principio de este texto: el avistaje en alta mar de una ballena franca austral es una experiencia inigualable y única, que todos deben intentar hacer , al menos, una vez en la vida.