Aguayo Lobo conoció y compartió viaje con Jacques-Yves Cousteau. Su encuentro con el explorador francés potenció su vocación por el cuidado de los animales. Durante décadas, trabajó por la integridad de las ballenas en Chile y otros países como Suiza y México. 

En Chile, Anelio Aguayo Lobo es considerado un pionero en el estudio de las ballenas y otros mamíferos marinos. Tiene 90 años, cuenta con 66 de experiencia y es el investigador más longevo en actividad de su país. Hace unos meses, fue reconocido como uno de los 100 Líderes Mayores 2023, marco en el que se lo presentó como el “guardián del océano austral”.

Los comienzos

Anelio Aguayo Lobo nació en Curepto, pero desde muy pequeño se mudó junto a su familia a Iloca, en la Región del Maule. Allí, a los 4 años vivió un hecho que marcaría su vida para siempre: se encontró con las ballenas, los lobos marinos y los delfines.

Su infancia estuvo marcada por la curiosidad y la fascinación por los animales acuáticos, entre otras especies. Como la carrera de Biología Marina por entonces no existía en el país, se inscribió en Medicina Veterinaria, estudios que comenzó en la Universidad de Chile en 1953.

En 1958, Aguayo Lobo ingresó en la Estación de Biología Marina en Montemar. Allí trabajó durante 15 años y tuvo la oportunidad de estudiar de cerca la caza de ballenas.

Eran los años 50 y la cacería indiscriminada de cetáceos causaba estragos a nivel mundial. Anelio recuerda en la actualidad que, por entonces, el fenómeno estaba normalizado. Y que la necesidad de regular la caza se presentó cuando se comenzó a notar la disminución poblacional de las especies.

Compañero de Jacques Cousteau 

Por aquella época, el científico chileno conoció a quien considera uno de sus mentores: Robert Clark. Junto a él trabajó y vivió sus primeras aventuras en embarcaciones, dando inicio a un recorrido marítimo que continuaría a lo largo de su vida.

Años más tarde, conoció a Jacques-Yves Cousteau. Tuvo la oportunidad de subirse al mítico Calipso y, junto al explorador francés, compartió viaje desde la Antártida hasta Puerto Montt.

La experiencia vivida fue trascendental para Aguayo Lobo: junto a Cousteau se intensificó su vocación de proteger a los animales.

Y luego llegaron los años del exilio, que obligaron a Anelio a llevar sus conocimientos a distintos lugares del mundo.

Maestro de la mastozoología

Su primer destino como exiliado fue Suiza. Allí, entre otras cosas, colaboró con la redacción del libro de especies amenazadas de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN). 

Luego pasó por Suecia y finalmente llegó a México, donde vivió 14 años ejerciendo la docencia y llevando adelante sus actividades como investigador.

Su experiencia en el país centroamericano marcó a generaciones de estudiantes. Tal es así que fue denominado como “el maestro de la mastozoología”.

Pero aún a la distancia, Anelio no se olvidó de su país natal. Desde México, el científico combatió la caza de ballenas en Chile y celebró cuando en 1986 se la prohibió a nivel mundial.

Los desafíos actuales

De vuelta en Chile, Aguayo Lobo comenzó a trabajar en el Instituto Antártico Chileno (INACH), y fue uno de los actores destacados en la gestión que finalizó con su traslado a Punta Arenas.

Desde entonces, continúa con sus labores de investigación, protección y preservación de la naturaleza y los seres vivos. Y se mantiene atento a las problemáticas que se presentan en la actualidad.

Sobre esto, Aguayo Lobo remarca la necesidad de contar con instrumentos modernos para estudiar las amenazas actuales que enfrentan las ballenas, entre ellas la contaminación química por presencia de metales pesados.

Formar escuela

A pesar de todos los logros de su trayectoria, el propio Anelio reconoce que su mayor mérito es el de la docencia.

No se considera un pionero en el estudio de los mamíferos marinos porque reconoce la importancia que sus profesores y antecesores tuvieron en su formación. Y concibe que su rol es el de transmitir los conocimientos a los futuros profesionales.

En Chile formó a Carlos Olavarría y Rodrigo Hucke-Gaete, por nombrar apenas unos casos. Y su método combina la teoría con la práctica: Aguayo Lobo remarca la importancia de la experiencia y del aprender haciendo.