David Gruber, un reconocido biólogo marino , es el creador del Proyecto CETI, una iniciativa que busca comprender y traducir la comunicación de las ballenas. 

“Estudiar el océano, es sumergirse en un mundo apasionante. Es tan vasto y tan maravilloso que no alcanzarían cien vidas para estudiar a fondo sus especies y menos, lograr comprender lo que allí ocurre, una sinfonía natural, un concierto de miles y millones de especies. Y, entre ellas, están las ballenas y su lenguaje” afirma el Dr David Gruber respecto de su trabajo de campo intentado comprender el lenguaje de las ballenas.

Gruber tiene a su cargo una cátedra de biología y ciencias ambientales en el Baruch College de la Universidad de Nueva York, y su investigación siempre ha estado enfocada en el medio marino. Hoy, su desafío más importante es descifrar el lenguaje de las ballenas. 

Emocionado cuenta al respecto “Este proyecto está basado en la escucha de los sonidos que emiten las ballenas. Un tipo de comunicación que se asemeja a la que conocemos a través de código morse. Es decir, que las ballenas se comunican con una serie de clics, o impulsos eléctricos de diferente extensión y combinación, muy similares al código Morse que responden a un mismo grupo cultural o clan vocal. Los científicos han detectado alrededor de 23.000 codas (o conjunto de sonidos), que hicieron posible determinar la identidad de los clanes de ballenas” explica el biólogo. 

Innovación y tecnología de vanguardia 

El trabajo científico del Dr Gruber se destaca por la innovación y la creatividad en el uso de las herramientas para obtener su información del medio marino. Antes de lanzarse en la aventura decodificadora del lenguaje de las ballenas, el Dr Gruber se puso a analizar cuales serían las mejores estratégias para cumplir con tal fin.

Para empezar, observó la importancia de ver el entorno del océano a través de los ojos de otros animales marinos, aspecto que ayudaría al equipo de investigación a comprender mejor el mundo desde su propia perspectiva. Para ello, se pasó a construir y diseñar una cámara llamada “ojo de tiburón” que permite ver el océano de un modo similar al del tiburón. 

La segunda estrategía incluyó el uso de una tecnología de filmación acuática que fuera lo más discreta posible, lo más natural que el diseño pudiera llegar a facilitar para garantizar que las observaciones fueran las más auténticas y lo menos invasivas posible.

Una experiencia realista bajo el mar

Gruber hace un gesto con sus manos imitando el nado tranquilo del ojo de tiburón, que bajo el mar, nada junto a las ballenas registrando sus sonidos que muchas veces se convierten en complejos cantos o melodías marinas. “ Unos sonidos que pueden viajar miles de kilómetros y acercar información muy valiosa a grupos de ballenas en otras partes del planeta” afirma Gruber. Además, contó que guarda con mucho celo esta tecnología en su oficina y, a menudo, hace demostraciones a sus alumnos en sus cursos de ciencias para que se entusiasmen al respecto. 

“Me encanta compartir los avances más significativos con el cuerpo estudiantil de Baruch porque para muchos de ellos esto es nuevo y emocionante. Muchas veces mis alumnos no son capaces de comprender la importancia de la innovación y el uso de los dispositivos tecnológicos para el estudio del comportamiento en los cetáceos. Siempre sostengo que nunca se sabe quien de ello será el próximo que dé el siguiente paso cualitativo en el campo de la investigación marina, así que como primera medida, es importante que conozcan lo que hoy tienen al alcance y se interesen por aprender a usar estos dispositivos”, dijo.

El experto también destacó que el uso en campo de esta tecnología por los alumnos, lleva un tiempo prudencial y los estudiantes tienen que esperar pacientemente hasta alcanzar el nivel de posgrado para poder experimentar con ella, ya que se requieren conocimientos más profundos del medio marino. 

Sin embargo, afirma que los estudiantes pueden en el camino de su formación, ir diseñando sus propias hipótesis de trabajo de campo para cuando llegue el momento, poder sacar el mayor provecho del uso de la tecnología. “Tener esta experiencia como estudiante universitario para aprender a ser un biólogo marino altamente profesional es clave”, resaltó el experto . “La mayoría de la gente piensa que cada día es increíble y emocionante, pero hay mucho trabajo previo entre ir al océano y estudiar a las ballenas” cerró el científico.