Las ballenas representan el ejemplo más claro de que, si los seres humanos toman las medidas adecuadas, los distintos ecosistemas y especies de animales pueden recuperarse de forma sorprendente.
La de las ballenas jorobadas en Sudáfrica es una de las historias de conservación más increíbles de los últimos tiempos. En unos 40 años, la población de esta especie en la región pasó de entre 300-600 ejemplares a unos 30 mil. Así lo afirma una investigación realizada en la costa de Cape Vidal, en la zona oeste del Océano Índico.
El flagelo de la cacería
National Geographic indica que tanto Estados Unidos como varios países de Europa comenzaron a cazar ballenas en el sur de África hacia 1790.
Los siglos XIX y XX fueron los más duros para los cetáceos. Lo predecible de sus movimientos migratorios se sumó a los avances tecnológicos en materia de embarcaciones e instrumentos, y el resultado fue la creación de una industria masiva de caza.
Hacia 1912, Durban ya contaba con seis plantas de procesamiento de ballenas. Medio siglo más tarde, para los años 60, Sudáfrica presentaba la mayor estación ballenera del mundo.
Estos animales eran cazados principalmente por su grasa, que se usaba para fines domésticos. El aceite de ballena servía para iluminación de farolas, calefacción y cocina.
La industria bélica también requería de estas materias primas: durante la Segunda Guerra Mundial, por ejemplo, se las usó para fabricar bombas y nitroglicerina.
¿Cuántas jorobadas se cazaron en el siglo XX?
Hacia los años 60 y 70, la población mundial comenzó a tomar consciencia del peligro que corrían las ballenas y se organizó para protegerlas y luchar por su conservación.
Muchas poblaciones estaban diezmadas y algunas especies quedaron al borde de la extinción. El biólogo de cetáceos Ken Findlay indica que, tan solo en el siglo XX, se capturaron un total de 2 millones de ballenas barbadas y que se asesinaron unas 210 mil jorobadas.
La situación de Sudáfrica
National Geographic expresa que la cantidad de ballenas que sobrevivieron entonces en aguas sudafricanas era de entre 300 y 600 ejemplares.
En 1988, Findlay comenzó a hacer trabajo de campo en Cape Vidal y, centrándose en solo una población, observó un total de 360 ballenas durante la temporada.
Con el correr de los años, el biólogo continuó con sus investigaciones para estudiar la recuperación de las jorobadas. Hacia el 2002, el total de los ejemplares observados era mucho mayor: aproximadamente 1670.
¿Cuántas jorobadas hay en Sudáfrica en la actualidad?
Las ballenas jorobadas del sur de África se alimentan en aguas antárticas y luego nadan bordeando el sureste del continente hasta llegar cerca de Mozambique, donde se reproducen.
Cape Vidal se encuentra en el este de Sudáfrica, en la región oeste del Océano Índico. Por allí pasan las jorobadas cada año en el movimiento migratorio mencionado.
Siguiendo los pasos de Findlay, el biólogo marino Chris Wilkinson encabezó una investigación en 2018 con el fin de contar las ballenas que pasan nadando por las aguas de Cape Vidal.
La simple observación (el trabajo de campo) ya fue alentadora: desde las torres de control desde las cuales miraban las aguas costeras, los investigadores apreciaron una importante cantidad de ballenas por día.
Los resultados fueron aún mejores: se estima que en la actualidad existen más de 30 mil ejemplares de jorobadas en el Océano Índico occidental.
Las claves del aumento poblacional
La principal causa de la recuperación de esta especie de ballena es claramente el cese de la cacería indiscriminada. Sin embargo, no es la única explicación.
La ecóloga marina Jean Harris recuerda que se cazaban los cetáceos pero no sus fuentes de alimentación. Los ejemplares sobrevivientes, por lo tanto, se encontraron con un buen suministro que potenció su recuperación.
Ari Friedlaender, por su parte, destaca que hay poca competencia por la comida y que a los machos no les resulta complicado encontrar hembras con las cuales reproducirse.
La necesidad de seguir trabajando
Las cifras observadas por los investigadores son muy buenas, pero hay que tener en cuenta que no se dieron por arte de magia. Las ballenas demuestran la capacidad de los animales y de los ecosistemas de recuperarse, pero esto no sería posible sin la aplicación de políticas de conservación concretas.
También hay que tener en cuenta que la situación de estos mamíferos marinos sigue siendo delicada por las muchas amenazas que enfrentan en la actualidad. La contaminación química y acústica, el calentamiento global, la crisis climática y las colisiones con embarcaciones son algunas de ellas.
Cuidar de las ballenas es respetar el trabajo de las personas en el pasado y honrar la capacidad de supervivencia de la especie. El caso de las jorobadas del sur de África debe servir de ejemplo para tantos otros ejemplares que se encuentran en riesgo a lo largo del mundo.
🐋🌊 ¡Increíble noticia desde Sudáfrica! La población de ballenas jorobadas ha experimentado una asombrosa recuperación, pasando de 300-600 ejemplares a más de 30 mil en solo 40 años.
🌍💙 Gracias a medidas de conservación y el cese de la caza, estas majestuosas criaturas han vuelto a poblar las aguas del Océano Índico. ¡El caso sirve como recordatorio de lo que podemos lograr cuando cuidamos nuestro planeta!
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Martín Prieto comenzó su carrera en Greenpeace Argentina como Director Ejecutivo. Logró importantes avances como la sanción de la Ley de Promoción de la Energía Eólica y la Ley de Protección del Bosque Nativo. En 2012, asumió como Director Ejecutivo de Greenpeace Andino, liderando las oficinas de Argentina, Chile y Colombia hasta 2018.
En 2006, Prieto fue designado Líder de la Campaña de Ballenas por Greenpeace International, destacándose en el bloqueo de los intentos de Japón de retomar la caza comercial de ballenas junto a la Comisión Ballenera Internacional. Además, ha sido asesor de Greenpeace International, Greenpeace Mediterráneo, Greenpeace India y Greenpeace Rusia.