El gobierno de Islandia suspendió durante unos meses la cacería de ballenas para investigar acerca de su cuidado. Hace poco la reautorizó a pesar de las críticas de organizaciones proteccionistas.
Islandia es, junto a Japón y Noruega, uno de los pocos países que continúan con la caza de ballenas con fines comerciales. A pesar de ser miembro de la Comisión Ballenera Internacional (CBI), sigue con esta práctica que tiene como principal víctima una especie clasificada como vulnerable: la de los rorcuales.
Por qué se detuvo la caza de ballenas en Islandia
En noviembre del 2022, National Geographic informaba que la disminución de la demanda internacional de la carne de ballena estaba generando inconvenientes en la industria ballenera islandesa.
La polémica se acentuó con varias denuncias que se realizaron en relación a la violencia con la cual los cetáceos son cazados.
Las políticas locales indican que estos animales deben morir en el instante y con el menor sufrimiento posible. Con el uso de 1 o, como máximo, 2 arponazos explosivos.
Sin embargo, la investigadora y activista Arne Feuerhahn, de Hard to Port, fue testigo de cómo se arrastraba a tierra un cuerpo de ballena con 4 arpones atravesados.
Otro video que se difundió muestra el caso de un cetáceo que agonizó durante 5 horas hasta perder la vida.
Ante estos acontecimientos, el gobierno de Islandia solicitó un informe y en el mes de junio de este año puso en pausa la cacería mientras se realizaba la investigación.
Islandia y la polémica con la Comisión Ballenera Internacional (CBI)
El mismo gobierno anunció hacia fines de agosto que la caza de ballenas quedaba reautorizada, aunque con condiciones más estrictas de cuidado animal.
Activistas de los cetáceos y defensores de los animales declararon que, al realizarse en aguas abiertas, es difícil controlar que estas condiciones sean cumplidas.
La polémica también se da debido a que Islandia forma parte de la Comisión Ballenera Internacional (CBI), organización que desde hace décadas combate la caza de estos animales.
La única empresa que se dedica a la caza de ballenas en Islandia es Hvalur y cuenta con una licencia para hacerlo. La misma se vence en este 2023 y desde la compañía anunciaron que existe la posibilidad de no renovarla como consecuencia de la caída del comercio.
Por qué Islandia sigue cazando ballenas a pesar del rechazo de la población
Organizaciones como Campaign Whale proponen acciones desde hace años para combatir la caza de ballenas con fines comerciales.
La campaña “Detengamos a los asesinos de ballenas en Islandia”, por ejemplo, incita a los consumidores del Reino Unido, Estados Unidos y otros países de Europa a no comprar los productos pesqueros provenientes de esta isla.
Esta y otras acciones de concientización generaron un cambio de actitud entre los mismos islandeses.
Una encuesta de Gallup realizada en 2018 dio como resultado que apenas un 2% de los islandeses reconocía consumir carne de ballena de forma regular. Un 84%, por su parte, sostenía nunca haberla probado.
National Geographic, a su vez, cita al Fondo Internacional para el Bienestar Animal y agrega que, en los últimos diez años, la cantidad de islandeses que se opone a la cacería de ballenas se duplicó.
Pero si Islandia continúa con esta práctica es porque su comercio no se remonta solo a lo local. Uno de sus grandes socios es Japón, país que también se dedica a la cacería y que hace unos años abandonó la CBI.
Cuál es el vínculo entre Islandia y Japón
Japón se retiró oficialmente de esta Comisión en 2018. Desde entonces y hasta el 2020, recibió más de mil toneladas de carne de ballena por parte de Islandia. Además, cuenta con su propia industria local para abastecerse.
Un informe del Instituto de Bienestar Animal determinó que, en un lapso de 60 años -entre 1960 y 2018-, la demanda de la población japonesa descendió de 200 mil toneladas a 4 mil toneladas por año.
El grupo de promoción de la conservación de los cetáceos Iruka & Kujira sostiene por su parte que el excedente de la carne de ballena se destina a la industria de la comida para mascotas.
Los rorcuales y el peligro de extinción
La cacería de ballenas con fines comerciales pone una vez más en primer plano el riesgo que se corre de que estas especies desaparezcan.
La Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) le da a los rorcuales una clasificación de “vulnerables”.
Además de la caza, estas ballenas de aletas se enfrentan a otros peligros, tales como la contaminación sonora, el aumento del calentamiento global y las colisiones con barcos y naves pesqueras.
La situación sigue siendo alarmante y son varios los factores que entran en juego. La toma de consciencia y el apoyo a investigadores y organizaciones de protección son algunas de las acciones con las que se puede colaborar.
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Martín Prieto comenzó su carrera en Greenpeace Argentina como Director Ejecutivo. Logró importantes avances como la sanción de la Ley de Promoción de la Energía Eólica y la Ley de Protección del Bosque Nativo. En 2012, asumió como Director Ejecutivo de Greenpeace Andino, liderando las oficinas de Argentina, Chile y Colombia hasta 2018.
En 2006, Prieto fue designado Líder de la Campaña de Ballenas por Greenpeace International, destacándose en el bloqueo de los intentos de Japón de retomar la caza comercial de ballenas junto a la Comisión Ballenera Internacional. Además, ha sido asesor de Greenpeace International, Greenpeace Mediterráneo, Greenpeace India y Greenpeace Rusia.