La visión de las ballenas es un tema fascinante que revela cómo estos mamíferos marinos se han adaptado a la vida bajo el agua. 

Desde los delfines y las marsopas a las ballenas, son animales descienden de antepasados terrestres que se volvieron acuáticos hace unos 50 millones de años.

Desde entonces, han desarrollado diversas características que les permiten sobrevivir y comunicarse en el medio marino, donde la luz es escasa y el sonido se propaga mejor que en el aire.

Las ballenas tienen dos tipos de ojos: los ojos laterales y los ojos dorsales. Los ojos laterales son los que se encuentran a los lados de la cabeza y les sirven para ver en el plano horizontal. Los ojos dorsales son los que se encuentran en la parte superior de la cabeza y les sirven para ver en el plano vertical.

Estos ojos tienen una forma esférica y están protegidos por una membrana transparente llamada córnea. La córnea actúa como una lente que enfoca la luz en la retina, que es la capa de células sensibles a la luz que recubre el fondo del ojo. La retina contiene dos tipos de células fotorreceptoras: los conos y los bastones. Los conos son los responsables de la visión diurna y del color, mientras que los bastones son los responsables de la visión nocturna y del contraste.

Las ballenas tienen más bastones que conos en sus retinas, lo que les permite ver mejor en condiciones de poca luz. Sin embargo, esto también implica que tienen una visión del color limitada o nula.

Algunas especies de ballenas, como las ballenas azules y las ballenas francas, solo tienen bastones en sus retinas, lo que significa que son completamente daltónicas. Otras especies, como las orcas y las belugas, tienen algunos conos en sus retinas, lo que les permite distinguir algunos colores básicos, como el azul y el verde.

Además de tener más bastones que conos, las ballenas también tienen una proteína especial en sus bastones llamada rodopsina. La rodopsina es una molécula que cambia de forma cuando absorbe la luz y activa una señal eléctrica que viaja al cerebro.

La rodopsina tiene una longitud de onda óptima de absorción, es decir, un color al que es más sensible. En los mamíferos terrestres, la rodopsina tiene una longitud de onda óptima de unos 500 nanómetros, que corresponde al color verde. Sin embargo, en las ballenas, la rodopsina tiene una longitud de onda óptima más corta, entre 480 y 490 nanómetros, que corresponde al color azul.

¿Por qué las ballenas tienen una rodopsina más sensible al azul?

La respuesta está en el agua. El agua absorbe la luz según su longitud de onda, siendo el rojo el color que más se atenúa y el azul el que menos. Por eso, a medida que nos sumergimos en el océano, se puede visualizar cómo los colores se van perdiendo y todo se vuelve más azulado.

Las ballenas han evolucionado para adaptar su visión al espectro lumínico del agua, donde el azul es el color predominante. De esta manera, pueden aprovechar mejor la poca luz que llega a las profundidades donde habitan.

La visión de las ballenas no solo está adaptada al color del agua, sino también a su turbidez. El agua contiene partículas en suspensión que dispersan la luz y reducen la nitidez de las imágenes.

Para compensar este efecto, las ballenas tienen un mecanismo llamado acomodación visual, que consiste en cambiar la forma y la posición del cristalino para enfocar mejor los objetos cercanos o lejanos. El cristalino es otra lente transparente que se encuentra detrás de la córnea y que ayuda a enfocar la luz en la retina.

Las ballenas pueden mover el cristalino hacia adelante o hacia atrás mediante unos músculos llamados ciliares. De esta manera, pueden ajustar su visión según la distancia a la que se encuentre su presa o su depredador.

La visión no es su único sentido desarrollado

La visión de las ballenas no es su único sentido para orientarse y comunicarse bajo el agua. Las ballenas también tienen un sentido muy desarrollado del oído, que les permite percibir los sonidos que emiten ellas mismas o los demás animales. Los sonidos se transmiten mejor que la luz en el agua, por lo que las ballenas pueden usarlos para localizar objetos, medir distancias, reconocer individuos, coordinar acciones o expresar emociones.

Las ballenas producen una gran variedad de sonidos, desde silbidos y chasquidos hasta cantos complejos y melodiosos. Estos sonidos pueden viajar cientos o miles de kilómetros bajo el agua, lo que les permite mantener el contacto con sus congéneres incluso cuando están separados por grandes distancias.

La visión de las ballenas es, por lo tanto, un ejemplo de cómo la evolución ha moldeado los sentidos de los animales según el medio en que viven. Las ballenas han adaptado su visión al color, a la intensidad y a la claridad del agua, lo que les permite ver mejor en un entorno donde la luz es escasa y variable.

Sin embargo, la visión no es su único sentido para explorar y comunicarse bajo el agua. Las ballenas también tienen un oído muy fino, que les permite percibir y emitir sonidos que les sirven para orientarse, cazar, socializar o cantar. De esta manera, las ballenas demuestran -a través de los años – que hay más de una forma de ver el mundo.