Las ballenas son mamíferos marinos que viven en casi todos los océanos del mundo y que tienen una gran importancia ecológica y cultural. Sin embargo, también son animales vulnerables a diversas amenazas, como la caza, la contaminación, el cambio climático, las colisiones con embarcaciones o las redes de pesca.

Estas amenazas pueden afectar a su salud y a su supervivencia, por lo que es necesario conocer cómo se ve una ballena saludable y una que se encuentra enferma, para poder protegerlas y conservarlas.

Una ballena saludable se caracteriza por tener un aspecto físico robusto, una piel limpia y sin heridas, una respiración regular y un comportamiento activo y social. Algunos indicadores de la salud de una ballena son:

  • El peso: las ballenas deben tener un peso adecuado para su especie, ni muy delgado ni muy obeso. El peso de una ballena se puede estimar por su forma corporal, su grosor y su longitud. Una ballena saludable tiene una forma redondeada y simétrica, sin zonas hundidas o abultadas. Una ballena demasiado delgada puede tener la cabeza, la columna vertebral o las costillas visibles, lo que indica una falta de alimento o una enfermedad. Una ballena demasiado obesa puede tener pliegues o depósitos de grasa excesivos, lo que indica un desequilibrio hormonal o metabólico.
  • La piel: las ballenas deben tener una piel lisa y brillante, sin parásitos, infecciones, heridas o cicatrices. La piel de una ballena se puede examinar por su color, su textura y su cobertura. Una ballena saludable tiene un color uniforme y acorde a su especie, sin manchas o decoloraciones anormales. Una ballena enferma puede tener un color pálido, oscuro o amarillento, lo que indica una anemia, una intoxicación o una ictericia. Una ballena saludable tiene una textura suave y elástica, sin escamas, costras o úlceras. Una ballena enferma puede tener una textura áspera, seca o sangrante, lo que indica una deshidratación, una dermatitis o una necrosis. Una ballena saludable tiene una cobertura completa de piel, sin calvas o pérdidas de pelo. Una ballena enferma puede tener una cobertura parcial o nula de piel, lo que indica una alopecia, una muda anormal o un cáncer.
  • La respiración: las ballenas deben tener una respiración regular y profunda, sin dificultades ni ruidos. La respiración de una ballena se puede medir por su frecuencia, su intensidad y su calidad. Una ballena saludable tiene una frecuencia respiratoria acorde a su especie y a su actividad, sin variaciones bruscas o prolongadas. Una ballena enferma puede tener una frecuencia respiratoria alta o baja, lo que indica un estrés, un dolor o un shock. Una ballena saludable tiene una intensidad respiratoria adecuada para su tamaño y peso, sin esfuerzos ni fatigas. Una ballena enferma puede tener una intensidad respiratoria débil o fuerte, lo que indica una insuficiencia o una sobreexcitación respiratoria. Una ballena saludable tiene una calidad respiratoria óptima para su medio acuático, sin secreciones ni malos olores. Una ballena enferma puede tener una calidad respiratoria deficiente o contaminada, lo que indica una infección, una inflamación o una enfermedad pulmonar.
  • El comportamiento: las ballenas deben tener un comportamiento activo y social, sin alteraciones ni anomalías. El comportamiento de una ballena se puede observar por su movilidad, su alimentación y su interacción. Una ballena saludable tiene una movilidad fluida y coordinada, sin rigidez ni torpeza. Una ballena enferma puede tener una movilidad lenta o rápida, lo que indica un debilitamiento o un nerviosismo. Una ballena saludable tiene una alimentación suficiente y variada, sin carencias ni excesos. Una ballena enferma puede tener una alimentación escasa o abundante, lo que indica un hambre o un vómito. Una ballena saludable tiene una interacción frecuente y armoniosa, sin aislamiento ni agresividad. Una ballena enferma puede tener una interacción escasa o conflictiva, lo que indica un miedo o un dolor.

Estos son algunos de los aspectos que se pueden tener en cuenta para distinguir a una ballena saludable de una que se encuentra enferma.

Curiosidades: asómbrate con las ballenas

  • Algunas ballenas pueden imitar la voz humana: varios científicos descubrieron que estos animales son capaces de variar la presión en la nariz e inflar un saco que tienen en los hoyos nasales. Con esto consiguen generar un sonido muy similar al de una persona. Este hallazgo fue publicado en la revista Current Biology en 2012.
  • La ballena más extraña del mundo es el zifio de Travers: esta ballena tiene una pala dentada y mide unos cinco metros de largo. Es la más extraña porque era una gran desconocida hasta el año 2012 que 2 ejemplares de esta especie fueron descubiertos muertos en una playa de Nueva Zelanda. Con dicho hallazgo comprobaron que esta especie no se ha extinguido aún.
  • Todas las ballenas jorobadas cantan la misma canción para aparearse: los científicos comprobaron que todos los machos de esta especie cantan la misma canción para atraer a las hembras. La melodía va cambiando con el tiempo, con versiones actualizadas que se difunden por el océano de oeste a este. Según los investigadores, se trata de un hecho nunca visto en otra especie.
  • Las ballenas se broncean: las ballenas tienen melanocitos, unas células que producen melanina, el pigmento que da color a la piel y protege del sol. Al igual que los humanos, las ballenas se broncean cuando se exponen a los rayos ultravioleta, lo que les ayuda a prevenir el cáncer de piel.
  • Las ballenas pueden contener la respiración durante más de dos horas: algunas especies de ballenas tienen un sistema respiratorio muy eficiente que les permite aprovechar al máximo cada bocanada de aire. Además, tienen una proteína especial en sus músculos llamada mioglobina, que les ayuda a almacenar el oxígeno y evitar que se pegue. La ballena pico curvado puede sumergirse hasta 3.000 metros de profundidad y aguantar hasta 138 minutos sin respirar.