El actual evento de mortandad de las ballenas francas australes se asemeja mucho a otro que ocurrió en octubre de 2022, también en Península Valdés. En aquella oportunidad, el análisis de los cuerpos confirmó que las pérdidas se produjeron por la Marea Roja.

En los últimos días de octubre, se registró en el Golfo Nuevo de Península Valdés un preocupante evento de mortandad de ballenas francas australes. Las muertes fueron al menos 21 y fueron registradas por el Programa de Monitoreo Sanitario Ballena Franca Austral. Investigadores del Instituto de Conservación de Ballenas y del Centro para el Estudio de los Sistemas Marinos del Conicet plantean como principal hipótesis la exposición a toxinas.

Un nuevo evento de mortandad

El Programa de Monitoreo Sanitario Ballena Franca Austral registró entre el 19 y el 29 de octubre del presente año un total de 21 cetáceos muertos en el Golfo Nuevo de Península Valdés.

Según la información compartida, 15 de las ballenas eran adultas, 2 eran juveniles, 2 eran crías y 2 quedaron sin determinar. Los varamientos se produjeron en distintas costas, algunas de ellas de difícil acceso.

El guardafauna Marcelo Franco intervino para coordinar el acceso a los cuerpos en cuestión. También se puso en aviso a los responsables de la Dirección de Fauna y Flora Silvestre y de la Subsecretaría de Turismo y Áreas Protegidas de Chubut. 

Algunas ballenas vararon en zonas en las que no se permite realizar necropsias. En otros casos, los cuerpos estaban en estado de descomposición avanzado, por lo que no fue posible recolectar muestras concretas para diagnósticos y análisis de toxinas. 

Los detalles de las necropsias

El 8 de noviembre, el Instituto de Conservación de Ballenas emitió un comunicado en el que informa que, hasta el día en cuestión, se habían realizado 12 necropsias parciales.

La primera observación es que todas las ballenas se encontraban en buen estado físico y no presentaban lesiones externas. La descomposición de los cuerpos, a su vez, permite inferir que las pérdidas tuvieron lugar entre el 21 y el 24 de octubre.

En los 12 casos examinados se recolectaron barbas, piel y grasa para análisis posteriores. En unos pocos también se lograron obtener muestras para realizar estudios de presencia de biotoxinas.

El Instituto sostiene que tan solo un ejemplar femenino adulto presentaba las condiciones apropiadas para la recolección de contenido estomacal. Las muestras fueron analizadas por Viviana Sastre, oceanógrafa que se desempeña en la Universidad Nacional de la Patagonia San Juan Bosco, en Trelew. Y los resultados indicaron que no había presencia de dinoflagelados tóxicos.

Un antecedente cercano

En octubre de 2022, el Golfo Nuevo de Península Valdés fue testigo de un acontecimiento similar. En poco menos de 20 días, se encontraron 30 ballenas francas australes muertas, 26 de ellas adultas y 4 juveniles.

Los estudios realizados arrojaron que las pérdidas se produjeron por la ingesta de una toxina generada por una floración algal nociva. Las similitudes de ambos episodios hace que los investigadores planteen la hipótesis de que las muertes actuales tuvieron lugar por las mismas causas.

Las claves de la Marea Roja

Investigadores del Centro para el Estudio de los Sistemas Marinos del Conicet explican que el fenómeno es conocido como Marea Roja, aunque las floraciones algales nocivas pueden presentarse con otros colores e incluso pasar desapercibidas en las aguas marinas.

Es un fenómeno natural que se produce cuando se combinan determinadas condiciones ambientales que son favorables para las floraciones de microalgas. 

La contaminación para las ballenas es indirecta. Las floraciones algales nocivas son consumidas por el fitoplancton, y luego este es ingerido por el zooplancton, alimento de los cetáceos.

La intoxicación en mamíferos marinos se da en diversos grados. Si es severa, puede ocasionar la muerte del animal en poco tiempo. Si es leve, el cetáceo puede sobrevivir aunque con consecuencias crónicas, como problemas respiratorios, anomalías en los buceos, problemas de reproducción y más.

Los expertos del Centro para el Estudio de los Sistemas Marinos afirman que la hipótesis principal es que la mortandad de las ballenas se produjo por la exposición a la toxina. Sin embargo, aclaran que para confirmarla es preciso esperar por los resultados de las necropsias.