Por la cantidad de carbono que absorbe a lo largo de su vida, cada ballena equivale a miles de árboles. Al morir, el cuerpo de los cetáceos desciende hasta las profundidades del mar. El químico queda detenido allí y sirve como fuente de alimentación para numerosas especies.

El pasado 24 de octubre se celebró un nuevo Día de la Lucha contra el Cambio Climático. El Instituto de Conservación de Ballenas de Argentina aprovechó la ocasión para recordar el rol que ejercen los cetáceos en la salud de los océanos. La organización también se refiere a los mamíferos marinos como grandes aliados para la mitigación del fenómeno.

Una jornada necesaria

El Día de la Lucha contra el Cambio Climático se celebra el 24 de octubre de cada año. El objetivo de la jornada consiste en tomar consciencia sobre lo que implica el fenómeno e  impulsar las medidas necesarias para contrarrestarlo.

Es uno de los problemas más graves que enfrenta la humanidad hoy en día. Y continúa creciendo, lo que se observa en el aumento de la temperatura y de la emisión de gases de efecto invernadero, entre otros factores.

Se trata de repensar las acciones del ser humano que ocasionan un grave daño al planeta. También de dimensionar la urgencia de tomar medidas al respecto antes de que sea demasiado tarde. 

Las ballenas y los nutrientes

El Instituto de Conservación de Ballenas celebró una nueva edición de la jornada destacando el rol clave que tienen los cetáceos en el mantenimiento de la salud y la productividad de los océanos.

Una de las cuestiones principales se vincula con los nutrientes del mar. La organización sin fines de lucro creada en 1996 explica que las ballenas se alimentan en sitios donde estos son ricos, y que luego los llevan hacia otras regiones a partir de sus movimientos migratorios.

Las ballenas fertilizan el agua a través de sus fecas y orinas. Estos nutrientes son fundamentales para el desarrollo de la cadena trófica: impulsan el crecimiento del kril y del fitoplancton, que son la base alimentaria del ecosistema marino.

Incluso son la fuente de alimentación principal de las ballenas. Los cetáceos ingieren kril y otros organismos en las regiones de agua fría, y luego se dirigen hacia zonas más cálidas con el fin de reproducirse y criar a sus ballenatos.

Una administración eficaz del carbono

Las ballenas también son beneficiosas para el medioambiente por la manera en que retienen y administran el carbono. En este sentido, el Instituto de Conservación afirma que cada cetáceo equivale a miles de árboles. 

La organización cita un informe publicado en Cell Press que sostiene que cada ejemplar adulto absorbe un promedio de 33 toneladas de dióxido de carbono. En cambio, un árbol consume unos 21,7 kilogramos de CO2 al año.

Pero el beneficio de las ballenas en este aspecto no solo se remite a la cantidad que absorben, sino a lo que sucede luego con el total ingerido. Al morir, el cuerpo de los cetáceos desciende hasta las profundidades del mar. El carbono queda retenido allí y pasa a servir como fuente de alimento para numerosas especies marinas.

Alimentación y movimientos migratorios

El cambio climático afecta a todas las especies vivas del planeta, lo cual incluye a las propias ballenas. La mitigación de este fenómeno se vuelve entonces una cuestión necesaria incluso para la conservación de los cetáceos y de sus numerosas especies que se encuentran en riesgo de extinción.

El aumento de las temperaturas del agua es perjudicial para las ballenas porque afecta a su principal fuente de alimentación: el kril. Estos crustáceos tienen su origen en las aguas frías del planeta. Si las mismas se vuelven más cálidas, su producción disminuye y los cetáceos se quedan sin su fuente de energía.

El calentamiento global también causa el derretimiento de hielos. Lo perjudicial de esto para las ballenas radica en que sus movimientos migratorios pueden verse alterados. De hecho, hay casos registrados de ballenas del Pacífico Norte que finalizaron en el Atlántico debido a nuevos pasos que se abrieron en el Océano Ártico.

El Instituto de Conservación de Ballenas declara que un mar con cetáceos es más sano y más resiliente. Conservar a estos mamíferos marinos es una de las tantas acciones que se deben implementar para garantizar la integridad de los ecosistemas marinos y para mitigar las consecuencias del cambio climático.