El cambio climático, a través del aumento de la temperatura de las aguas, afecta al kril, el principal alimento de las ballenas. La caza por parte del ser humano también reduce las poblaciones de estos crustáceos.

La ballena es una de las tantas especies migratorias que se encuentran en peligro por factores como el cambio climático y la intervención del ser humano. En Colombia la situación es alarmante y alcanza a otros tipos de animales, como peces, aves y otros mamíferos. Un informe reciente revela la necesidad de implementar acciones urgentes para revertir el daño.

Un cuidado necesario

Las especies migratorias son aquellas que no están ancladas a un único hábitat natural, sino que pasan su vida transitando por varios sitios. Esto representa un beneficio para el medioambiente en general, ya que el movimiento de los animales interfiere en procesos como la polinización de las plantas, el transporte de nutrientes y semillas y más.

Mamíferos marinos y terrestres, aves, peces: son numerosas las especies de animales que presentan este tipo de comportamiento. Todas estas merecen un cuidado especial de por sí y también por lo que representan para el bienestar integral de los ecosistemas.

Una situación alarmante

El cambio climático generado por la acción del ser humano (emisión de gases de efecto invernadero, deforestación de bosques y demás) ocasiona daños severos en los ecosistemas y en los animales que los habitan y/o transitan.

El Fondo Mundial para la Naturaleza de Colombia (WWF, por su nombre en inglés) define como alarmante la situación actual de las especies migratorias de todo el mundo. Y cita un informe reciente de la Conferencia de las Partes (COP) que tuvo lugar en la Convención sobre la Conservación de las Especies Migratorias de Animales Silvestres (CMS).

En el mismo se enfatiza que hay muchos animales que requieren de una protección urgente: ballenas, focas, peces, tortugas marinas, murciélagos, antílopes, elefantes y aves son algunos de ellos.

Un daño integral

El Informe Planeta Vivo es una de las publicaciones más emblemáticas del WWF. Se trata de un estudio que se actualiza cada 2 años y que da cuenta de la realidad de la biodiversidad mundial y de la salud del planeta.

El estudio presentado este año indica que muchas poblaciones de animales que son estudiadas desde 1970 continúan en constante estado de disminución.

Menciona entre otras cosas que las aves son de las especies más afectadas por el cambio climático y las modificaciones del medioambiente. Y agrega que el declive de los insectos, su principal fuente de alimentación, es una de las explicaciones.

Al respecto, Science expresa que cada década se pierde aproximadamente el 9% de la población mundial de insectos. La producción agrícola industrial, la utilización desmedida de pesticidas y la deforestación son algunas de las razones.

El caso de las ballenas

Semejante pérdida de animales genera un riesgo de enorme alcance: afecta el bienestar integral de los ecosistemas, a otros animales que los usan como fuente de alimentación e incluso pone en peligro la seguridad alimentaria humana.

Las ballenas son de los animales que más influencia tienen en el medioambiente. Como especies migratorias, sus dinámicas de movimiento y su supervivencia se encuentran en riesgo debido a la crisis climática.

Y el peligro se presenta de diversas maneras. Lo hace de forma directa con los cambios en sus hábitats naturales: las aguas del océano Pacífico colombiano durante la época de reproducción y crianza, y las de la Antártida en el período de alimentación.

De manera indirecta, los cetáceos se ven amenazados por el riesgo en el que se encuentra el kril, su principal alimento. Además de la caza del ser humano, las poblaciones de estos crustáceos disminuyen porque el calentamiento global genera un aumento de la temperatura en las aguas que habitan.

Llamado a la acción

Lo alarmante de la situación requiere de una toma de conciencia y de plantearse el interrogante de qué es lo que se puede hacer para revertirla.

En primer lugar, se requiere del compromiso de las instancias civiles y gubernamentales, de las autoridades regionales y nacionales, para implementar medidas que garanticen el cuidado y el bienestar integral de las especies amenazadas.

El apoyo a la investigación científica también es fundamental. Se necesita mantenerse actualizados para conocer el estado de cada uno de los animales en riesgo y saber así cuáles son las acciones a implementar.