Por su particular diseño topográfico Hudson Bay en Canadá, es un refugio natural de aguas tranquilas que permite a las ballenas belugas dar a luz cada año sin correr peligro ante posibles ataques de los depredadores. Hoy te invitamos a conocer más de cerca cómo transcurre este tiempo tan especial del parto y la crianza en la vida de las belugas. 

Cada año, Hudson Bay se vuelve un santuario marino natural dando refugio en sus aguas mansas y tranquilas, al reparo de los peligros de mar abierto , a más de 55,000 belugas. La mayoría de ellas están embarazadas, y buscan aquí donde las aguas son más cálidas , la hora en que llegue el momento del parto . Luego de esta instancia crucial , pasarán en la Bahía una temporada amamantando a sus bebés antes de emprender una nueva migración subiendo hasta las aguas más frías del hemisferio norte. 

Más de un tercio de las ballenas belugas de todo el mundo emprenden rumbo cada año hasta Hudson Bay, en Canadá, para pasar allí los meses más cálidos del año. En esta zona del Ártico canadiense, las aguas se caracterizan por ser mucho más templadas, y esto las convierte en el sitio ideal para tener a sus crías.

Una vez que han dado a luz, durante los meses del verano, las belugas se ocuparán de enseñarles a sus pequeños, los sonidos sencillos que forman parte del lenguaje exclusivo de cada grupo familiar. Las crías irán ganando peso poco a poco, gracias a la ingesta de grasa suficiente que las hará engordar medio kilo promedio cada día. Esto será crucial ya que para fines de agosto, los pequeños tendrán que emprender junto con su grupo , el viaje de regreso hacia las aguas del Ártico Norte donde el hielo no promete ser muy complaciente con ellos.

La comunicación es una herramienta clave para las belugas

Las belugas son uno de los animales marinos más inteligentes que habitan los mares. Esta característica se debe a que poseen un cerebro asombroso que entre sus muchas cualidades , es capaz de crear los sonidos más intensos jamás registrados en el fondo del mar.

Cada grupo familiar : abuelos, padres, madres, hermanos y primos comparten un sistema de sonidos único y específico de su grupo que los recién nacidos deben aprender y dominar antes de emprender su regreso al Polo Norte. Según explican los biólogos marinos, las ballenas belugas pueden vocalizar alrededor de 50 sonidos diferentes ( chasquidos, silbidos, tañidos) , capacidad asombrosa que las ha llevado a ser conocidas como “los canarios marinos”. Un sistema de comunicación muy complejo que los científicos llevan estudiando por más de 50 años y resulta cada vez más asombroso. 

Los investigadores explican que los sonidos que emiten las belugas están generalmente, acompañados de gesticulaciones faciales. Entre los distintos tipos de ballenas, las belugas se destacan por ser los animales con más capacidad de expresividad : sonríen, lloran, fruncen el ceño y se ríen , tal como lo hacemos los seres humanos. Según los expertos, ésta podría ser la especie más social del medio marino y prueba de ello, es el lenguaje sofisticado que desarrollan entre ellas.

De generación en generación

Mientras las crías se encuentran en Hudson Bay, el peligro del entorno marino no es real todavía para estos pequeños. En esos meses de aprendizaje y descanso, sus madres les irán enseñando a conseguir comida, a protegerse para no quedarse varadas en la orilla, e incluso a producir sus primeras melodías. Para cuando llegan a los tres años de edad, las crías ya jóvenes, saben identificar con precisión cerca de un millar de sonidos distintos, todos provenientes de sus familias y grupos cercanos.

Este lenguaje propio de cada familia de ballenas belugas, se transmite de generación en generación, y así como aprenden en el seno de sus familias a ‘hablar’ desde pequeñas, las jóvenes belugas deben memorizar la ruta migratoria más común para su especie : el viaje de ida y de regreso a Hudson Bay. Allí, cada temporada anual se da el reencuentro con sus primos y otras familias de su especie que llegan ahí en búsqueda de aguas tranquilas y templadas para descansar. Algún día, estas jóvenes ballenas serán las encargadas de enseñarle a sus propias crías las mismas habilidades de comunicación que ellas aprendieron aquí, en el Ártico canadiense al inicio de sus vidas.