Una investigación realizada hace una década concluyó que hay 3 especies de ballenas que dejaron rastros de su presencia en las islas oceánicas de Chile. Se trata de la azul, la jorobada y la minke antártica.

Rapa Nui, más conocida como la Isla de Pascua, recibe la visita de una importante cantidad de ballenas al año. La bióloga marina Emilia Tuki plantea la hipótesis de que los cetáceos se acercan a estas aguas con el fin de buscar alimentos y un territorio tranquilo donde criar a sus ballenatos. A su vez, científicos destacan la necesidad de estudiar a los ejemplares de la región debido al poco conocimiento que se tiene al respecto.

Cetáceos en las islas oceánicas

En materia de biodiversidad y ecosistemas marinos, Chile es famoso por la gran cantidad de ballenas que navegan las aguas de sus costas.

Alberga numerosas especies, las cuales eligen sus aguas ya sea para reproducirse, para alimentarse o bien para transitar durante sus movimientos migratorios entre la Antártida y países como Perú, Ecuador y Colombia.

Pero las ballenas de Chile no se circunscriben solo a las costas del continente sudamericano. También visitan las denominadas “islas oceánicas” del país, entre ellas la Isla de Pascua (Rapa Nui) y la Isla Salas y Gómez (Motu Motiro Hiva).

¿Por qué se acercan a la Isla de Pascua?

El de las ballenas en las costas de Rapa Nui es un fenómeno que en los últimos años ha demostrado estar en crecimiento. Y que atrae la atención tanto de los habitantes de la isla como de sus turistas y los investigadores científicos.

Emilia Tuki es bióloga marina y se desempeña en la Unidad de Estudio y Planificación de Acciones para el Espacio Marino. Y es una de las investigadoras que centró su interés en los cetáceos de la Isla de Pascua.

La científica reveló en primer lugar que no existen investigaciones que permitan responder con precisión cuál es el motivo por el que las ballenas se están acercando a las costas de Rapa Nui.

Tuki, sin embargo, se animó a postular su propia hipótesis. La bióloga marina cree que la razón consiste en que los cetáceos encuentran que las aguas de la región son propicias para alimentarse y para criar a sus ballenatos, sobre todo para enseñarles a conseguir alimentación por su propia cuenta.

Una importante investigación

Hace ya diez años, un equipo de científicos publicó un estudio que realizó en torno a la cuestión de la presencia de las ballenas en las aguas de las islas oceánicas chilenas.

El biólogo marino Rodrigo Hucke-Gaete fue uno de los que participó en la investigación. Lo acompañaron Anelio Aguayo-Lobo, Sebastián Yancovic-Pakarati y Marcelo Flores.

El punto de partida consistió en la escasa atención que recibieron las islas mencionadas en torno a los mamíferos marinos de sus ecosistemas. Los científicos trabajaron con fuentes de distinto tipo, tanto históricas como de observación directa.

Con la información obtenida determinaron que en el área de estudio se destaca la presencia de dos órdenes de mamíferos marinos: los Cetartiodactyla y los Carnivora.

De ballenas se registraron tres especies: la azul, la minke antártica y la jorobada.

Avistamientos recientes

Ya en 2014 los investigadores planteaban la hipótesis de que, en los años venideros, podría apreciarse una mayor presencia de ballenas jorobadas. Y el tiempo parece haberles dado la razón a los responsables del estudio.

Los casos de avistamiento se han vuelto frecuentes en los últimos años. Los propios lugareños sostienen que se trata de un fenómeno común, y que las ballenas pueden verse incluso desde tierra firme.

El mejor lugar para avistar a los cetáceos es la región que se ubica en el sureste de la isla: el borde costero de Hanga Roa. Ante la falta de información que existe, organizaciones de ciencia ciudadana solicitan que las personas que llegan a ver una ballena compartan sus experiencias con la mayor precisión posible.

La creciente presencia de los mamíferos marinos en la región sería un indicio de la recuperación poblacional que experimentan muchas especies de ballenas tras el cese de la cacería indiscriminada.

No obstante, aún queda mucho trabajo por hacer. A 10 años del estudio de Hucke-Gaete y compañía, las investigaciones científicas en torno al tema siguen siendo escasas.

Estudiar a los cetáceos es fundamental para conocerlos más en profundidad. También lo es para obtener información que permita desarrollar acciones más precisas y eficientes para preservar su integridad y la de los ecosistemas que habitan.